Hacia una teoría racional/nacional de la chapuza
Mantenimiento, rentabilidad y legalidad
Por suerte o por desgracia, Pájaro bobo tiene una casa grande y vieja; por suerte o por desgracia, con inquilinos. Para bien o para mal, Pájaro bobo lleva unos treinta años arreglándola. Casi siempre en verano, casi siempre en acciones puntuales y por sorpresa: sin parásitos, sin mirones, sólo con operarios, a los que él llama subalternos. Esa experiencia, con sus incontables lecciones, ha hecho de él poco menos que un maestro de la chapuza, además de ingeniero/arquitecto de obras menores y medianas. Nada más iniciar su andadura entre andamios, tuberías y cloacas, a las que aquende el Ebro llaman clavegueres y de las que Miguel, informático y teleco, dice que son parte del hardware del sistema, Pájaro bobo elaboró un plan de actuación inspirado en el mos geometricus del admirado y admirable marrano Baruch (Benito) Spinoza y basado en un esquema tridimensional, a saber: mantenimiento, rentabilidad y legalidad. Impulsando simultáneamente acciones correspondientes a esos tres planos y evitando siempre que podía la injerencia de los inquilinos, a la vez beneficarios y detractores, Pájaro bobo ha conseguido adecentar la fábrica, léase construcción o edificio, adecuar mínimamente su rentabilidad al gasto habido y por haber y poner las relaciones arrendador-arrendatario bajo el imperio de la más rigurosa legalidad. Curiosamente, el invento ha funcionado y ahora da fruto. Gracias en buena medida a él, Miguel estudia en Berlín y Ana, a punto de terminar su segunda carrera, piensa pasarse un año en Inglaterra o en Estados Unidos y otro en la Alemania de los filósofos o en la Austria de los músicos y musicantes.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿de dónde y/o de quién le viene a Pájaro bobo esa puerilmente gozosa afición a la chapuza y el trapicheo unida a su germánica y muy hegeliana devoción al orden de las ideas y a las ideas de orden?
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