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La industria de Pájaro bobo

historias

Ante el 2 de mayo

Oigo, patria, tu aflicción...

En la Europa más culta y civilizada es norma hablar del largo siglo XIX, que arranca cronológica y conceptualmente con un Napoleón dispuesto a comerse Europa entera y vera, Rusia y España incluidas, y se extingue con el estallido de la Gran Guerra en 1914, momento en el que empieza el corto siglo XX, tan corto que, como veremos, apenas alcanzará los ochenta años de vida real, pues va a terminar en torno a 1990 con la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética. A pesar de ello, para España el siglo XIX es tan parco en tiempo como rico en desgracias y calamidades. En el espacio de nueve décadas nuestra patria no sólo queda reducida al territorio peninsular, tras perder todas sus posesiones de ultramar, sino que además alumbra en su seno dos nucleos secesionistas. La llamada convencionalmente guerra de la Indepedencia pone de manifiesto gravísimas carencias y profundísimas debilidades: el pueblo español está completamente desvalido, sin rey, sin gobierno, sin ejército, De hecho, más que guerra, es una cadena de levantamientos populares espontáneos y anárquicos que enlaza con la emancipación de los países hispanoamericanos, desde México hasta Argentina. Como es sabido, en 1898 España queda reducida al territorio peninsular. Para colmo, en Vascongadas y Cataluña, las dos únicas regiones que conocieron la Revolución industrial europea y dieron origen a sendas burguesías, una de carácter industrial y otra esencialmente mercantil, surgirán con el tiempo movimientos secesionistas impulsados precisamente por esas dos burguesías, que no tardarán en reclamar el control político y económico de sus respectivas zonas geográficas y además se rebelarán contra la hegemonía histórica de la burguesía castellana, a la que, de acuerdo con su matriz feudal, consideran reaccionaria y parasitaria.
Mayo es mes de lavantamientos, y España inaugura la modernidad con una traca de acciones de carácter popular y espontáneo a la que después, en los libros, se dará dimensión de guerra y de epopeya popular. Y posiblemente la tuvo. A uno les gustaría que ahora al menos algunos lo recordaran y lo tuvieran presente: «Españoles, la Patria está en peligro, acudamos a defenderla. Madrid, 2 de mayo de 1808».
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo le gustaría y cómo no le gustaría celebrar el próximo 2 de mayo a nuestra ministra de Indefensa?

Matilde Zagalsky (Matilde Horne) o la ataraxia de la traductriz


Cuando el seudónimo es el nombre único y verdadero


Pájaro bobo, hijo adoptivo de la Kakania danubiana, sitúa instintivamente el apellido Zagalsky, nada más verlo y leerlo, en la ruta comercial que, en viaje de ida y vuelta, cubría la distancia existente entre Amsterdam y Amberes, de una parte, y Novogorod, en el corazón de la Rusia septentrional, de otra. Siglos XVII y XVIII, comercio de productos manufacturados de la Europa protoindustrial, siempre industriosa, y pieles del Norte profundo. Pájaro bobo se detiene mentalmente en el segundo tramo del trayecto de ida, concretamente en el recinto o espacio geográfico llamado después Pale of Settlement y también die Zone. Pero sólo por un momento, pues Matilde Zagalsky vive en el siglo XXI, tiene 92 y reside en Ibiza. Después de más de cincuenta años de actividad como traductriz, que así es como, al parecer, ella quiere que se la conozca y reconozca, y tener en su haber la versión española de obras tan notables como El Señor de los Anillos, de JRR Tolkien, vive y sobrevive en una residencia con un magro estipendio de 300 euros mensuales. Penoso. Aun así, la buena mujer no parece apesadumbrada; ni por eso ni por el hecho de que en las obras en las que ha intervenido no aparezca su nombre sino el de una supuesta Matilde Horne. ¿Decisión propia y libre? En sus recientes declaraciones a un periódico español se aprecia una actitud anímica que hace pensar en la ataraxia de aquellos filósofos griegos que se preparaban para la muerte durante toda la vida. Ni una brizna de frustración o rencor.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuántas personas se habrán enriquecido con el trabajo profesional de la hoy  anciana  y casi desvalida señora Zagalsky?

Hervás: camino de las Batuecas

Más reconciliación, menos memoria

Mientras prepara su viaje, primero y último, a las Batuecas, donde tiene pendiente un diálogo con Zaratustra, teutón admirador de nuestro señor Don Quijote, Pájaro bobo recibe de Hervás un mensaje que dice o, para ser exactos, decía, pues ha permenecido meses enredado en las mallas inalámbricas de la red virtual:

Estimado Sr. Ibero,

me dirijo a usted a fin de aclarar algunos de los términos, absolutamente equívocos, en los que menciona y califica usted el proyecto de investigación sobre la Memoria Histórica de Hervás que he desarrollado durante los dos últimos años, y que en estos momentos está a punto de ser presentado en forma de libro, en el transcurso de cuya redacción me puse en contacto con usted para recabar su colaboración en lo que respecta a la figura de su padre, D. Miguel Ibero Alonso, residente en Hervás y concejal de su último consistorio republicano, asesinado en septiembre de 1936 por simpatizantes fascistas.

Es en este sentido que quisiera precisar: que este proyecto no está “promovido” por el Col.lectiu Kaosenlared de Terrassa, sino que responde a una iniciativa personal que ha contado con el apoyo de, entre otros medios de difusión, el sitio Kaosenlared.net, que no es ningún “colectivo catalanoseparatista radicado en Tarrasa” sino un sitio web de opinión e información, que muy meritoriamente dicho colectivo tarraconense sostiene con su trabajo comprometido y desinteresado, pero que da cabida a un sinnúmero de puntos de vista diversos de la izquierda social, sindical y política del conjunto del Estado español. No existen “las manipulaciones, las intrigas y las traiciones” que usted advierte, ni en esta iniciativa personal, ni en Kaosenlared.net, ni en Radio Hervás y La Crónica del Ambroz, que también han cooperado en su difusión, ni en la Asamblea de Extremadura, editora del volumen que la concluye (por el momento), ni en quienes amablemente han participado en ella con sus testimonios, decenas de vecinos o personas con raíces familiares en el Valle del Ambroz, muchos de ellos, como usted, familiares directos de personas asesinadas que sí han querido colaborar en este humilde, pero decidido empeño de honrar su memoria. Tan respetable es su decisión de no colaborar con este proyecto, como la contraria, por la que otros han optado, y sería de agradecer, entiendo, que juicios de valor de tan grueso calibre como los que usted emplea (”Miserables”, ¿quiénes?) fueran administrados con mayor mesura y conocimiento de causa. No sólo como muestra de templanza y respeto personal entre ciudadanos civilizados, sino como ejercicio de la pequeña aportación que podemos hacer, en nuestro más inmediato presente y cotidiano actuar, a ese objetivo de una genuina, sincera y profunda “reconciliación de los españoles” a la que sin duda todos, aún desde nuestras legítimas y enriquecedoras diferencias, aspiramos.

Atentamente.

Francisco Moriche Mateos

Este comentario, reproducido literalmente, es la respuesta al siguiente texto publicado en su blog por Pájaro bobo:

Memoria histórica: de Hervás a Tarrasa, de Tarrasa a Hervás

Ay Carmela, ay Carmela

Quiero recordar que hace como un año recibí una carta de Hervás, firmada por Francisco Moriche. Quiero recordar asimismo que en ella el infraescrito me pedía muy respetuosamente información sobre mi padre, Miguel Ibero Alonso, asesinado en septiembre de 1936 no lejos de esta villa extremeña, donde residía. A pesar del tono comedido y—repito— muy respetuoso de la misiva, decido no colaborar con el solicitante, pues no estoy a favor de una memoria histórica que, en mi opinión, responde, al menos en ciertos casos, a fines que se oponen a la reconciliación de los españoles. Mis sospechas no van más allá. Sin embargo, ahora me entero de que el proyecto hervasense ha sido promovido por el Col.lectiu Kaosenlared.net, que, como he podido comprobar, es un colectivo catalanoseparatista radicado en Tarrasa. Miserables. miserables.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿en qué lugar de mi memoria histórica pongo yo las manipulaciones, las intrigas y las traiciones?


Tres consideraciones y una pregunta ingenua e intempestiva
1) Quien lo desee, puede leer la entrada del blog de Pájaro bobo y el comentario de Francisco Moriche —en orden inverso o directo—sin aditamentos. La lectura que haga de uno y otro, así como las conclusiones que extraiga de ellos, son cosa suya.
2) Si alguien lee la entrada del blog de Pájaro bobo probablemente verá que en él hay una parte dedicada a Francisco Moriche, a quien se trata con todo respeto, y una parte dedicada a Kaosenlared. Tarrasa. Pájaro bobo quiere recordar que la información sobre Kaosenlared. Tarrasa que tuvo delante de los ojos decía, más o menos, en catalán: «Kaosenlared. Tarrasa. Colectivo defensor de los Países Catalanes y promotor de la Memoria Histórica de Hervás». Lamentablemente, ya no dispone de esa información ni sabe cómo y dónde recabarla. Y, si Francisco Moriche dice después que Kaosenlared. Tarrasa no existe, allá él; sus razones tendrá. Todo lo que Pájaro bobo puede añadir es que él no se lo ha inventado. En cualquier caso, sus palabras sobre Kaosenlared. Tarrasa se refieren exclusivamente a este colectivo (inexistente?) y a nadie más. ¿Es lícito/ilícito pensar que eso es lo que se desprende de la manera en la que está redactada la información?
3) En las entradas del blog, Pájaro bobo procura exponer sus opiniones como opiniones, haciéndolo constar sistemáticamente por adelantado y de manera expresa. Él ni tiene ni se arroga el derecho a dar lecciones de lengua española, de moral y de democracia.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿quién debería sentirse ofendido aquí, el autor del comentario a la entrada del blog o el autor de la entrada del blog?

Cómo liberarse del catenaccio de las fidelizaciones

Borrón y cuenta nueva

Después de pagar, sufrir y blasfemar como un condenado, Pájaro bobo consiguió quitarse de encima dos tarjetas de crédito/débito que más que tarjetas eran losas sepulcrales. Quiere recordar que para ello tuvo que escribir, o amenazar con escribir, al Banco de España. La bronca duró algo así como dos años: uno por tarjeta y entidad bancaria. Pájaro bobo recuerda nebulosamente que, nada más oír o, para ser exactos, ver escrito el nombre del Banco de España, los presuntos acreedores huyeron sigilosamente, abandonando dinero de plástico y cantidades supuestamente adeudadas. Acto seguido, Pájaro bobo se propuso ordenar el cenagoso manglar de recibos bancarios que le chupaban la sangre como caterva de sanguijuelas. Después de hacer varias listas y tratar de identificar cada uno de los recibos a partir del emisor y comprobar que no había manera de aclarar la situación, optó por una medida drástica y sapientísima. Cambiar de entidad bancaria. En la nueva entidad domicilió los recibos que, según su leal saber y entender, debía seguir pagando y se olvidó de todos los demás, que quedaron donde estaban. La intención de Pájaro bobo con esta medida era esperar a que los supuestos acreedores reclamaran las cantidades pendientes y pagarlas si realmente las debía. No recibió ninguna reclamación y en lo sucesivo sólo tuvo que atender a los recibos domiciliados en la nueva entidad bancaria.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Por qué los emisores de los recibos no presentaron al cobro ninguno más, así que Pájaro bobo cambió de entidad bancaria? ¿ Acaso, al oír el nombre del Banco de España, renunciaron a las cantidades adeudadas por el cliente y pendientes de cobro o habían estado cobrando hasta entonces cantidades que este no adeudaba?

La conjura y el jugador de ajedrez


En 1978, año cero de nuestra precaria democracia, Pájaro bobo, ya en sus cuarenta, vivía como a cuatro tiros de piedra de la catalana ciudad de los Condes.
Atrás quedaban los inicios de una búsqueda nacida al calor de inquietudes filosóficas y espirituales siempre vivas que, con el paso de los años y al compás de vivencias propias y experiencias ajenas, le llevaron a una visión providencialista de la historia, a la ética universal (Weltethos) y a la fraternidad cósmica, desde donde, guiado sucesivamente por Teilhard de Chardin, Hans Küng, Vaclav Havel y algún otro pensador-teólogo de la cuerda de Leonardo Boff, fue a parar a la escuela de Orígenes y su apocatástasis o vuelta de todos los seres a Dios.
En lo puramente cismundano, Pájaro bobo combinaba el ideario de un Ganivet más nórdico que granadino con una vibración leal y lealmente joseantoniana gracias a su patriotismo de emigrante, un patriotismo integrador, celosamente ajeno a toda ideología y, según propia confesión, solidario. A su modo de ver y entender, las ideologías, además de ser formas de alienación, llevaban al enfrentamiento de personas y sociedades con las consiguientes limitaciones y mutilaciones para unas y otras. El pobre Pájaro bobo era, pues, un outsider irrecuperable: heterodoxo y utópico en las cosas del otro mundo y de este, incapaz de dar con la fórmula que hiciera realidad su voluntad ecléctica y sincretista. Por todo ello y en especial por su obsesión cósmica, así que en España se inició el proceso democrático, decidió dedicar algún tiempo a observar el panorama nacional, mientras en el aire flotaba la pregunta de todos los momentos de incertidumbre: ¿Y ahora qué?
Recluido en su industria, Pájaro bobo vive y convive con sus libros, de los que, cuando llega la noche, salen miles de inofensivos y agradecidos Poltergeister. Entre ellos abundan los visionarios, los antihéroes y los disidentes, seres orgullosos que vivieron y escribieron para la historia, pero también hay representantes de la razón práctica, gentes que rindieron culto al siglo y a los poderosos del siglo. Ahora, por decisión caprichosa de su carcelero-bibliotecario, unos y otros comparten página y celda con toda una legión de hijos naturales del lumpen urbano y suburbano, criaturas anónimas, otrora desgarradas y mutiladas, por las que su anfitrión siente un cariño especial que se manifiesta sobre todo cuando, como en este preciso momento, le gritan rabiosamente a coro: «¡Nosotros también somos inmortales!»
A menudo, para contemplar y apreciar mejor la situación política de lo que en lo sucesivo se llamará este país, Pájaro bobo echa mano de un tablero de ajedrez, coloca los trebejos en él y simula maniobras de ataque y contraataque. Al fin termina jugando consigo mismo como el personaje de Stefan Zweig, situación que le lleva a recordar que el ser humano es esquizofrénico por naturaleza y le ayuda a elaborar una teoría de este juego que, según unos, es más que un juego y, según otros, es una masturbación del cacumen. Él sostiene que en una partida de ajedrez se visualizan dos razonamientos contrapuestos que son ejecutados y materializados en un espacio y en un tiempo imaginarios por figuras icónicas: el rey, la reina, las torres-fortalezas, los caballos-caballeros, los alfiles-obispos y los peones-campesinos. En general gana el jugador que comete menos errores en términos cualitativos, aunque también hay casos en los que un lapsus, grande o pequeño, en el último instante decide la partida. De todos modos, el resultado es siempre inamovible, tan inamovible como lo que en la vida real pertenece al pasado.
Después de pensar jugando y de jugar pensando durante dos largos años, Pájaro bobo llega a una conclusión acerca de la situación política de su patria. Aun así, más que una idea elaborada por vía racional es una intuición o una revelación que se ha abatido sobre su cabeza como un rayo. Frente a las declaraciones de lealtad a España, a la Corona y a la Constitución formuladas a diario por los políticos, empezando, cómo no, por los más desleales, está la realidad, refrendada insistentemente por la derrota de la nave nacional.
En la mañana del 20 de enero de 1980, Pájaro bobo escribe con dolor de su alma: «Radiografía...»
El mismo día, por la tarde, va a ver a su amigo Píndaro y, entre resuello y resuello, le suelta a bocajarro:
-¡Hay una conjura para destruir España!
-¿Y tú cómo lo sabes?
-Lee y entérate...
Píndaro toma en su mano el cuadernillo, tamaño folio, que le entrega el visitante y deletrea como si rezara:«Radiografía de una conjura. La destrucción de España desde la periferia».
-Ya veo. En cuanto lo lea, te llamo.
-De acuerdo.
-Y cálmate.
Pájaro bobo no se calmó, y no se calmaría en mucho tiempo. Ya entrada la noche, Píndaro le llamó por teléfono y con voz de sigilo le dijo que había leído su texto y, además, lo había dado a leer a alguien de su confianza. Comentario de urgencia: aquello era una bomba; si se difundía su contenido, su autor tendría que abandonar inmediatamente Cataluña. Era mejor que guardara silencio.
Pájaro bobo ni guardó silencio ni abandonó Cataluña. Pero fue condenado a muerte civil por los conjurados.

Montilla no quiere inmersión lingüística en su casa


En la era de la globalización, pertenecer exclusivamente, de por vida, a una cultura con una lengua minoritaria es un pesado handicap cultural, social y profesional

Según consta en diversos documentos, el niño Jorge Pujol (después Jordi Pujol) estuvo en el Berlín del nacionalsocialismo triunfante como alumno del Colegio Alemán de Barcelona. Entonces, primeros años cuarenta del siglo XX, este centro era uno de los preferidos por las familias burguesas de la Ciudad Condal que querían dar a sus hijos una formación intelectual de corte europeo, máxime habida cuenta que, fiel al espíritu de los tiempos (Zeitgeist), profesaba ostentosamente la ideología dominante en España y, en cierto modo, en el conjunto de Europa. En él estudió asimismo el artista (¿pintor?) Toni Tapies, que en aquellos tiempos y hasta su conversión al catalanismo orgánico se llamaba Antonio Tapias, como puede verse en papeles y cuadros que, según confesión propia, prefiere no mostrar por carecer de valor artístico. En cualquier caso cabe pensar que el noi, a la sazón cadete, habría hecho carrera en Falange Española, pues a principios de los años cincuenta ya era jefe de centuria.
Estas y otras experiencias similares debieron pesar mucho en el imaginario de José Montilla cuando, ya en el siglo XXI, decidió enviar sus hijas a ese mismo colegio, la Deutsche Schule de Barcelona. En definitiva, él, charneguete emancipado y asimilado (assimilierte), también tenía derecho a integrarse en la burguesía catalana y proporcionar a sus hijas una formación europea. Para bien y para mal, su comportamiento era literalmente parangonable al de Jordi Pujol, no más honorable que él. Con una curiosa diferencia, pues mientras Pujol es llevado al Colegio Alemán por motivos de prestigio social e identificación oportuna y oportunista con la ideología triunfante, el astuto Montilla escolariza a sus hijas en ese centro para eludir la plasta de la inmersión lingüística, como han venido haciendo muchas familias de estas tierras desde la implantación de la nefasta e inmoral política lingüística de la Generalidad, la misma que uno presidió y otro preside. Miserables, miserables.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo se llama el delito de imponer por ley a los demás una lengua minoritaria y, simultáneamente, elegir para los hijos de uno mismo una de las lenguas cultas de Europa?

Memoria histórica: de Hervás a Tarrasa, de Tarrasa a Hervás


Ay Carmela, ay Carmela

Quiero recordar que hace como un año recibí una carta de Hervás, firmada por Francisco Moriche. Quiero recordar asimismo que en ella el infraescrito me pedía muy respetuosamente información sobre mi padre, Miguel Ibero Alonso, asesinado en septiembre de 1936 no lejos de esta villa extremeña, donde residía. A pesar del tono comedido y—repito— muy respetuoso de la misiva, decido no colaborar con el solicitante, pues no estoy a favor de una memoria histórica que, en mi opinión, responde, al menos en ciertos casos, a fines que se oponen a la reconciliación de los españoles. Mis sospechas no van más allá. Sin embargo, ahora me entero de que el proyecto hervasense ha sido promovido por el Col.lectiu Kaosenlared.net, que, como he podido comprobar, es un colectivo catalanoseparatista radicado en Tarrasa. Miserables. miserables.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿en qué lugar de mi memoria histórica pongo yo las manipulaciones, las intrigas y las traiciones?

Agradecimiento


A Santiago, el poeta de la Granja, por acompañarme como lector silencioso, siempre fiel, siempre agradecido, nunca invisible, nunca anónimo.

Marcos Ana: una vida sobrecogedora


Ciertas utopías pertenecen al ámbito de una futura realidad racional

Pájaro bobo, que se lamenta constantemente de las persecuciones de que ha sido y es objeto en su paso por la tierra, queda impresionado por la entereza de este jornalero comunista, hijo de jornalero. Una vida tensa e intensa, activa y proactiva, poética y poyética, siempre en positivo, siempre pisando el suelo de la realidad y siempre con los ojos fijos en el cielo de las utopías. Toda una lección, todo un modelo. Y quien dice lección y modelo dice referente. Pájaro bobo quiere creer que, extinguido el odio, hijo de la ignorancia, la conciencia universal nos unirá y la unión nos redimirá. Mientras tanto, él aspira a dejar de ser el que es para empezar a ser el que no es. O lo que es igual: a encontrar su lugar en el tiempo y en el espacio, fuera del tiempo y fuera del espacio.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es cierto que un día el ser humano romperá el círculo vicioso del odio?

Pujol ben Gurión tras las huellas de Yahvé

Yo soy el que soy

En varios pasajes del Libro de los libros, Yahvé dice de sí mismo: «Yo soy el que soy», palabras enigmáticas que, a pesar de su apariencia tautológica, permiten múltiples interpretaciones, ninguna de ellas unívoca y, a los ojos de Pájaro bobo, ninguna de ellas plenamente comprensible para la mente humana. Ahora el ex honorable Pujol ben Gurión, siguiendo las huellas de Yahvé, ha dicho de sí mismo en contestación a una pregunta incómoda para él: «Yo soy lo que soy y lo que he sido siempre». Casi como Yahvé. Uno piensa que la perfidia y la falsedad del ex honorable rebasan los límites de lo razonablemente permisible y entran de lleno en el ámbito de lo patológico.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿alguien sabe lo que piensa Pujol ben Gurión y a dónde quiere llegar?
Una cosa es cierta: el que se empeñe en saberlo es un enemigo de Cataluña.

Rosa Díez y el colectivo del tuberculoso pobre

Historias de la Radio

Durante las varias Navidades que puntuaron nuestra doble posguerra, diversas emisoras de Radio solían organizar programas y campañas para ayudar a los más necesitados. Una de estas rezaba más o menos: «Campaña en favor del tuberculoso pobre». Un miembro de nuestra familia se agenció el término «tuberculoso pobre» y empezó a utilizarlo a troche y moche como sinónimo de pobre, indigente, menesteroso y similares. El ejemplo cundió, y «tuberculoso pobre» se incorporó definitivamente al idiolecto familiar. Más tarde, Pájaro bobo se lo enseñó a su señora, Margarita, a sus hijos naturales, Ana y Miguel, y a su hijo adoptivo, Ingo Weber. Y ahí sigue cincuenta años después, ya con carta de naturaleza. Un tuberculoso pobre es siempre alguien que padece penuria económica y por regla general no termina de levantar cabeza en el curso de su existencia. Hoy, Pájaro bobo pertenece al colectivo del tuberculoso pobre más que por auténtica necesidad por querencia y devoción, habida cuenta que, para él, el término sigue envuelto en la ternura que siempre le inspiraron los desvalidos.
Ahora, parece ser que Rosa Díez, la vasca con temple de Agustina de Aragón, tiene problemas de dinero, cosa lógica en alquien que pretende formar un partido político empezando por abajo, sin contar con una potente superestructura económica. La mujer, además de necesitada, es, pues, una ingenua. Pero precisamente por eso tiene el apoyo de Pájaro bobo, siempre dispuesto a colaborar en las campañas de ayuda al tuberculoso pobre, sobre todo si se trata de un partido político democrático y, además, español. En cualquier caso, él aconsejaría a la buena señora que pidiera asesoramiento a los muchachos del Partido de los Ciudadanos, que ya pasaron por ese trance y le hicieron frente, si es que no lo resolvieron, con ingenio e inventiva. Pájaro bobo, maestro en chapuzas y trapicheos, tal vez también podría echarle una manita, sobre todo a la hora de generar ingresos menores y casar gastos y presupuestos. ¿Verdad, Margarita, que sí?
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿será verdad que los únicos partidos realmente democráticos son aquellos que no disponen de ayudas y subvenciones injustificables e injustificadas y se mantienen gracias a las cuotas de sus afiliados, pertenecientes siempre o casi siempre al colectivo del tuberculoso pobre?

Hacia una teoría racional/nacional de la chapuza

Mantenimiento, rentabilidad y legalidad

Por suerte o por desgracia, Pájaro bobo tiene una casa grande y vieja; por suerte o por desgracia, con inquilinos. Para bien o para mal, Pájaro bobo lleva unos treinta años arreglándola. Casi siempre en verano, casi siempre en acciones puntuales y por sorpresa: sin parásitos, sin mirones, sólo con operarios, a los que él llama subalternos. Esa experiencia, con sus incontables lecciones, ha hecho de él poco menos que un maestro de la chapuza, además de ingeniero/arquitecto de obras menores y medianas. Nada más iniciar su andadura entre andamios, tuberías y cloacas, a las que aquende el Ebro llaman clavegueres y de las que Miguel, informático y teleco, dice que son parte del hardware del sistema, Pájaro bobo elaboró un plan de actuación inspirado en el mos geometricus del admirado y admirable marrano Baruch (Benito) Spinoza y basado en un esquema tridimensional, a saber: mantenimiento, rentabilidad y legalidad. Impulsando simultáneamente acciones correspondientes a esos tres planos y evitando siempre que podía la injerencia de los inquilinos, a la vez beneficarios y detractores, Pájaro bobo ha conseguido adecentar la fábrica, léase construcción o edificio, adecuar mínimamente su rentabilidad al gasto habido y por haber y poner las relaciones arrendador-arrendatario bajo el imperio de la más rigurosa legalidad. Curiosamente, el invento ha funcionado y ahora da fruto. Gracias en buena medida a él, Miguel estudia en Berlín y Ana, a punto de terminar su segunda carrera, piensa pasarse un año en Inglaterra o en Estados Unidos y otro en la Alemania de los filósofos o en la Austria de los músicos y musicantes.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿de dónde y/o de quién le viene a Pájaro bobo esa puerilmente gozosa afición a la chapuza y el trapicheo unida a su germánica y muy hegeliana devoción al orden de las ideas y a las ideas de orden?

De la madrileñísima calle de Alcalá al Kurfürstendamm berlinés


Pertenecer a una cultura y/o a una lengua minoritaria es un handicap cultural, social y laboral


Ana sigue en los Madriles. Como ha ganado dos cursos en su segunda carrera y repite estancia, hay que pensar que le gusta la ciudad. Ahora estudia periodismo. Después quiere pasarse todo un año en un país de la Europa culta para ampliar sus conocimientos lingüísticos. Inquietudes y aspiraciones juveniles. En cualquier caso es buena estudiante y buena hija. Ordenada y agradecida.
Miguel, el inventor, terminó Telecomunicaciones y se fue a Berlín para hacer su trabajo de fin de carrera. El próximo día 21 presenta su proyecto «Sensores en sistemas de seguridad» (Sensoren in Sicherheitsanlagen) ante once profesores de la Technische Universität. Miguel lo reduce todo a esquemas simples, sin palabras. Además le gusta la música.
Así, después de sobrevivir durante varias décadas en condiciones de muerte civil, Pájaro bobo agradece al Sanedrín catalán, sus comisarios lingüísticos y sus agentes secretos la ayuda que le han prestado en la formación intelectual de sus hijos. Éstos empezaron teniendo el alemán como lengua académica y hoy pueden expresarse con plena holgura/soltura en cuatro idiomas. Ana y Miguel, innegablemente españoles, han recibido una enseñanza de cuño europeo. Ahora, su mentalidad responde a ese patrón. Una vez más, gracias.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Han hecho otro tanto con sus hijos los miembros del Sanedrín catalán, sus comisarios lingüísticos y sus agentes secretos?
¿Por qué no prueban a vivir veinte o treinta años en condiciones de muerte civil?

El raposo de Zaratustra busca pareja

De vuelta a la madre Naturaleza: Zurück zur Mutter Natur

Una mañana de julio aderezada con olores y promesas de felicidad, a poco de amanecer, Menschenfreund, el raposo que desde hacía dos años vivía y convivía con Zaratustra en la cueva, en los senderos, en el arroyo y en el monte de la oración, captó el rastro de una hembra de su misma especie y, siguiéndolo y persiguiéndola, se adentró en la espesura, sin que su amo, apercibido del trance, hiciera gesto o amago de impedirlo o detener a la criatura. Por el contrario, le deseó buena suerte, muchas noches de luna, numerosa prole y protección divina, pues, como ya le había explicado en varias ocasiones de palabra, y también con muecas y aspavientos, los tiempos actuales no son propicios para un animal que quiera vivir su animalidad en libertad, ni siquiera allí, en aquel rincón del mundo, otrora cándido y primigenio, conocido con el nombre de las Batuecas.
Al verlo correr jadeando, trocha arriba, Zaratustra se alegró de corazón por su pupilo y así se lo hizo ver y saber al Sol, astro rey y divinidad de la luz y el calor, puesto que, tan pronto como subió al monte que era su santuario matutino y vespertino, abrió los brazos a modo de aspas, clavó los ojos en el horizonte y luego, mirando a Oriente, declamó con voz de salmodia: «Yo, animal de la especie humana e inhumana de los humanos, te saludo y, amén de darte las gracias por tu luz y tu calor, te pido que protejas a esa criatura que, después de servirme fielmente durante dos años con sus días y sus noches, ha seguido la llamada de la sangre y el bajo vientre. Protégela y dale su merecido». Y al momento, a Zaratustra, demente, vidente y creyente, le fue dado contemplar extasiado cómo el Sol, astro rey y divinidad de la luz y el calor, alcanzaba el cénit de su carrera y, en un instante ajeno al tiempo, brillaba con intensidad gloriosa y agradecida complicidad. Concluidos éxtasis y acto de agradecimiento, Zaratustra bajó del monte, se dirigió al arroyo y, como cada mañana de cada día del año, se bautizó en sus aguas puras y purificadoras: tre veces de cintura para abajo, tres veces de cintura para arriba.

Cuando labradores, gañanes y pastores se enteraron por mediación de don Francisco, mensajero evangélico de buenas y malas nuevas, de que el raposo del teutón se había echado al monte en busca de pareja se entristecieron, ya que el animal se había hecho querer y respetar durante su vida en cautividad humana y ahora, en el monte, corría peligro grave de morir en la boca de un lobo o un mastín, si es que no daba con sus huesos en la trampa de un cazador furtivo. Y, movidos por el cariño y la compasión, se lo hicieron saber a su amo para que, si volvía, no lo dejara escapar de nuevo. Pero, ¿hay alguna criatura salvaje de dos o de cuatro patas que, en oyendo la voz de la sangre y el bajo vientre, quiera seguir viviendo sin caricias y sin libertad?

En entradas anteriores hay otros episodios de El raposo de Zaratustra.

Valentí Puig, agente del Sanedrín catalán en los Madriles


El subsodicho practica sistemáticamente la táctica del apagafuegos

Valentí Puig es un separatista con mucha letra menuda. Puede decirse que del separatismo y los separatistas lo sabe todo, pero no dice nada; ni dice ni escribe. Lo suyo es vigilar, controlar, detectar peligros y peligrosos, sí, peligrosos; en una palabra, apagar fuegos, fogatas y hogueras tan pronto como percibe olor a chamusquina, ya se trate de la feria de Frankfurt o del Estatuto de Cataluña. En eso es un auténtico lince: lince de la sierra madrileña y cronista de cafe bar y vaso de whisky, el hombre no deja que se le transparente el ánimo; ni el ánimo ni la cabeza, ni los sentimientos ni las ideas. De hecho, es capaz de escribir de todo y no decir nada de nada. Amontonar palabras también puede ser un arte. Y un medio de vida. Moraleja. El que quiera saber algo, por ejemplo, de Maragall, miembro emérito del Sanedrín catalán, que no lea una sola línea de las muchas que guarrea este corresponsal catalán en Madrid con columna fija en ABC, único periódico de todos los españoles. Miserable, miserable.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿y qué hace este quintacolumnista de periódico con todo lo que sabe, aparte de ir destilando veneno en pequeñas y calculadas diócesis?

Suerte, Maragall

¿Es lícito olvidar y perdonar perfidias cuyos efectos perduran?

Como gracias a una extraña patología, regalo de la Providencia, Pájaro bobo se considera incapaz de sentir Schadenfreude o alegría del mal ajeno, no le desea ningún daño a Pasqual Maragall, y mucho menos ahora que, según parece, está enfermo. Aun así, Pájaro bobo no olvida que el tal Maragall fue uno de los artífices de la conjura catalanoseparatista para que en Cataluña todos los partidos políticos y todas las instituciones públicas estuvieran en manos de catalanes como él, ni de izquierdas ni de derechas sino todo junto y a la vez, de modo que aquí la política la hicieran los catalanes para los catalanes y éstos pudieran acceder a esa forma de suprasoberanía llamada soberanía compartida. Maragall creó y dirigió un Partido Socialista que, con más del ochenta por ciento de obreros españoles entre sus miembros, cerraba el frente catalanista contra el Gobierno central. Así, además de engañar a esos obreros españoles residentes en Cataluña, utilizó sistemáticamente sus votos como votos separatistas contra ellos mismos y contra el Gobierno de España. Maragall, que Dios te perdone, pues no parece probable que vayas a reconocer lo que hiciste y mucho menos que vayas a arrepentirte de ello. A Pájaro bobo le gustaría equivocarse.

Desde el búnker de pladur

Estoy en el búnker de pladur, hogar, patria y refugio desde que los demócratas de la barretina me condenaron a muerte civil por mi buena cabeza. Miro por uno de sus cuatro ojos de buey. Delante, una calle; más allá, un solar con las piezas de una grúa, tentáculos de hierro, tendidas en el suelo: deconstrucción-construcción-destrucción. En la acera de enfrente, los gatitos del jardín de infancia el Descampao juegan a cuatro patas como niños diminutos. A lo lejos, ya en los lindes de la imaginación, vislumbro una montaña y a su izquierda, que es mi derecha, la Barceloneta y el mar piélago de la Sargantana. ¿Mar, piélago o sentina? El alma me pide espacio y le regalo un mundo virtual. Ahí tiene cancha, Lebensraum, para vivir, para sobrevivir, para construir cuantos mundos pueda y, en definitiva, para perpetuarse. El alma es como Dios, Dios en su mundo. Pienso en esos robots que toman decisiones y actúan por su cuenta, al margen de la voluntad de su creador, y por un momento imagino que acaso—y acaso necesariamente— un día los robots sobrevivirán a su creador, a todos sus creadores.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿y si en un futuro ya no sometido al tiempo el universo, todos los universos estuvieran poblados íntegra, excclusivamente, por robots que sobrevivieron a su creador, a sus creadores?

En busca del Self

Hijos de la mentira

Me derrumbo, se me cae el alma a jirones. Una palabra me queda colgando del oído: Self. No hay lugar para la angustia, Lebensangst!. Momento democrático. No hay que tensar el arco. Ni las cuerdas vocales. La sonrisa del que miente gana la partida, la lucha por la vida, la lucha por la supervivencia. Aprende a mentir o muérete. No es tan dificil. Aprende a sonreír y sonríe a los que mienten, a los que engañan, a los que viven para sonreír, para mentir, para engañar. No es momento de gestos solemnes, de teatralizaciones, de dramatizaciones, de narcisismos alienantes, estetificantes, endiosantes. Aprende a mentirte a ti mismo y serás tú mismo, serás tu sí mismo, serás tu self.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo es el sí mismo, el self, del que afirma que no se miente permanentemente a sí mismo?

Crónica de los Madriles. Las metamorfosis de un agente llamado Enric Juliana

¿Últimos días en la capital de España?

Desde que llegó a los Madriles como enviado especial de La Vanguardia, órgano del Sanedrín catalán presidido por Pujol ben Gurion y Maragall ben Ariel en calidad de Sumos Sacerdotes, Enric Juliana ha experimentado varias metaformosis con el correr del tiempo, siempre al compás de los acontecimientos políticos, su enlace y su desenlace. Cuando estaba destacado en el parque del Buen Retiro con el encargo de realizar misiones/funciones de topo, acechaba a los españoles por ver qué hablaban, qué comían y qué leían. Luego, cuando le enviaron a las cloacas suburbanas y suburbiales, se convirtió en cucaracha, o sea, en sabandija. Y así sigue. Ahora para realizar su faena y sobrevivir, el tal Juliana tiene que comer inmundicias, y, consecuentemente, segrega veneno en forma de inmundicia. Si Kafka, el Grajo, lo viera... Lo malo es que, por vivir donde vive, la pobre criatura no se entera de la película de los humanos y para ganarse el condumio tiene que inventarse de vez en cuando alguna historia. Y eso es, más o menos, lo que hace. Con poca imaginación, con pocos recursos intelectuales, pero con empeño y contumacia. La contumacia es una de las virtudes del buen agente separatista. Otra, de signo contrario, estar dispuesto a cantar la palinodia tan pronto como el instinto de supervivencia se lo aconseja o se lo exige.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿le dará tiempo a cantar la palinodia a este infortunado topo-cucaracha-espía y, sobre todo, le servirá de algo hacerlo?

El ciudadano Albert Rivera y los trabucaires de Sant Jordi

La hora de la verdad: abajo los tópicos

Durante siglos, incluso durante milenios, fue fama que a los judíos no les iban ni las armas ni los actos violentos. Pero lo cierto es que esos judíos, con el nombre de hebreos o israelitas (hijos de Jacob), cruzaron el mar Rojo guiados por Moisés, judío, gentil o mischling, y llegaron a Palestina, donde siglos más tarde fundarían un Estado moderno a golpe de trabuco, sabotaje, guerrilla urbana y guerra en campo abierto. Habían destruido el mito, su propio mito, y el tópico de todas las historias de judíos. Las campañas del Sinaí, con la guerra de los Seis Días como culminación épica y gloriosa, fueron el cartel anunciador de una nueva manera de ver la vida y de ser vistos por los demás pueblos de la Tierra. Ahora, los judíos ya no se dejan matar y exterminar como en Auschwitz, sino que saben luchar e incluso matar como Dios manda. Los sesenta años del Estado de Israel son sesenta años de guerras y acciones de exterminio en los que el pueblo elegido ha llevado siempre no la mejor parte pero sí la parte menos mala. Y ahí sigue.
Durante mucho tiempo, en este caso infinitamente menos, se dijo que a los catalanes, acaso por razones de atavismo, no les gustaban los actos de violencia física y, mucho menos, las guerras y, mucho menos, las agresiones a cara descubierta; que, por razones de idiosincrasia o tarannà, en Cataluña nunca arraigarían los métodos de los vascos y los trabucaires etarras. Aun así, Pájaro bobo, por la parte que le toca como blanco anotado en las listas negras del Sanedrín, lleva tiempo observando, sin ningún miedo pero con creciente preocupación, la escalada catalanista-separatista y, paralelamente, la expresión de odio, arrogancia y sentimientos afines apreciable en los rostros de los más belicosos hijos de Sant Jordi. Ciertamente, las cosas han cambiado sustancialmente en treinta años. El ciudadano Albert Rivera, antes desnudo y ahora, además, con una bala auténtica en su carné nacional de identidad, es una prueba de ello.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Por qué los aspirantes a asesinos se esconden y tienen miedo a sus víctimas?
¿Por qué las víctimas ni se esconden ni tienen miedo a sus potenciales asesinos?