La hora de la gran conjura
¿Ahora o nunca?
Una de las cosas que me enseñaron los separatistas catalanes hace ya mucho tiempo es que, cuando se proclamó la segunda República, «tardaron demasiado» (vam trigar massa) y se les escapó el tren de la independencia. Me enseñaron eso, entre quejas y lamentos, y me hicieron ver y comprender que la próxima vez no sería así. Después de setenta años de intrigas ahí están ahora, en la hora de la aurora. Pujol ben Gurion, ya sin careta y liberado del estigma y la servidumbre que supuso para él ser proclamado español del año, dirige una campaña abiertamente independentista que encabeza su heredero (hereu), Oriol ben Amí, primer presidente in pectore de la Cataluña soberana. Mientras tanto, el carallot (botarate) Carod Pérez realiza viajes y monta embajadas catalanas en medio mundo, naturalmente con el dinero de los españoles. Parece ser que ahora la cosa va en serio, muy en serio. Tot està lligat i ben lligat o, lo que es igual, todo está atado y bien atado. Tienen poder, influencia y medios económicos. Y, acaso como nunca, hay moros en la costa. El desastre de los ferrocarriles es un infundio de los madrileños para desacreditar a Cataluña, lo mismo que el fracaso escolar. Todos los fracasos y todas las culpas son fracasos y culpas del Estado español. Ahora, la independencia está al alcance de la mano.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas: ¿quién ha dado a personas tan huidizas y asustadizas la seguridad de que no habrá ni reacción ni represalias por parte del Estado español?
¿Cómo es que aquí y ahora, acaso por primera vez en la historia, el miedo no guarda la viña?
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