Más allá de la batalla electoral
Un pacto de Estado para poder hacer política de Estado sin chantajes ni encerronas
Es muy posible que esta campaña electoral contribuya a despertar la conciencia patriótica de los españoles y el sentido de Estado de sus líderes políticos. Si fuera así, una parte considerable del mérito correspondería, según Pájaro bobo, a los debates televisados. Sobre todo al primero entre Zapatero y Rajoy. Aunque ante las cámaras el tándem Solbes-Zapatero es más eficaz que el formado por Pizarro y Rajoy, hasta ahora el marcador registra un empate con una victoria por bando. Eso explica que, conscientes de lo que está en juego, tanto Zapatero como Rajoy hayan pedido tiempo para preparar sus intervenciones en el segundo debate, que podría ser decisivo. Los representantes de la Fenicia de Poniente, que han seguido y siguen la campaña con mal disimulada perfidia, habían preparado un plan A y un plan B, de modo que, ganara quien ganara, ellos fueran siempre determinantes y pudieran imponer sus condiciones, incluido el pago por adelantado, pues, según Pujol ben Gurión, a esos de Madrid no se les puede fiar, porque después no pagan. Si lo sabrá él, que lleva toda su vida maquinando, intrigando y engañando. Lamentablemente para los conjurados, en los últimos días sus vigías en la villa y corte han detectado movimientos que apuntan a la existencia actual o inmediata de un pacto de Estado entre populares y socialistas para eludir la encerrona fenicia. Esa sería la respuesta lógica y necesaria a acciones/maniobras como el Pacto del Tinell y conjuras como Galeuscat. De hecho, Zapatero ha dicho recientemente que prefiere a IU como socio y aliado, pues a buen seguro no ha olvidado ni las intrigas de Maragall y Montilla, ni la sevicia del carallot Carod.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuándo se enterará nuestro jefe de Gobierno de que el camino más corto, más sólido y más duradero es el que une la izquierda y la derecha españolas?
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