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La industria de Pájaro bobo

Mientras Rajoy aguanta en los metros finales

Los periféricos ya tienen preparadas sus dos primeras comandes (pedidos) a Zapatero

Tal como Pájaro bobo vio el segundo y último debate Rajoy-Zapatero, el líder socialista —telegenia, dicción y sonrisa— se impuso por un claro margen de puntos a un Rajoy convertido en un polemista aguerrido y voluntarioso pero atrapado en sus propias limitaciones, entre ellas la de ser una persona honrada, y las de su partido, un partido de derechas que a los ojos de los ciudadanos menos politizados no consigue elevarse por encima de su ideología y acoger generosamente a todos cuantos quieren seguir siendo españoles en momentos como los actuales en los que está en juego la supervivencia de la nación. Esa es la incapacidad de la derecha, incapacidad de dejar de ser ideológicamente de derechas para ser simple y rotundamente española, de acuerdo con el modelo ideado y ejecutado, hasta donde le fue permitido, por Vidal-Quadras. ¿Y cuál es la incapacidad de la izquierda? En opinión de Pájaro bobo, la incapacidad de la izquierda queda reflejada y sintetizada en ese Zapatero que, siendo jefe de Gobierno, declaraba que nación es un concepto discutible y discutido —¿y por qué no una realidad histórica y política discutible y discutida?—, ese Zapatero que, después de reconocer que no sabe lo que es el Pacto del Tinell, comparece ante los españoles con un Libro blanco que lo recoge y reproduce literalmente con ese mismo nombre. La victoria de Zapatero sería una desgracia y sobre todo un peligro gravísimo para España y los españoles. Los separatistas ya le tienen preparado dos pedidos para abrir boca: el Estatuto de Cataluña y el referéndum de Vascongadas. Dos cargas de profundidad como para echarse a templar. O como para llamar con toda urgencia a la autoridad competente. Pájaro bobo está convencido de que, llegado el momento, quien aquí y ahora tiene mando en plaza no dudará ni un instante en leerle la cartilla a Zapatero y marcarle los límites de actuación. Y él lo sabe.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo se explica que Felipe González y Alfonso Guerra, hombres con visión de Estado y experiencia política, hayan dado su apoyo a Zapatero, conociendo como conocen su deslealtad?

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