Zapatero: dos maniobras y un estratega
El resultado en cuarenta y nueve días
Zapatero y sus asesores debían de saber, y a buen seguro sabían, que, al atacar a la Iglesia jerárquica precisamente en tiempo de elecciones, iban a provocar una respuesta inmediata, enérgica y multitudinaria de apoyo/rechazo por parte de esa misma Iglesia y su sector social más adicto. Y así ha sido. No obstante, podemos imaginar que con tan audaz y arriesgada apuesta este genio de la táctica y la estrategia pretendía abrir brecha y, con un poco de suerte, provocar un cisma en el bando enemigo: Iglesia y sociedad civil conservadoras frente a Iglesia y sociedad civil progresistas. Asimismo, cabe pensar que, de acuerdo con sus cábalas, esto facilitaría la movilización general de la izquierda más laica y agnóstica, siempre dispuesta a actuar por reacción y siempre superior en número a la grey cristiana.
De manera análoga, Zapatero y sus asesores debían de saber, y a buen seguro sabían, que confesar públicamente, en tiempo de elecciones, que había mentido en un asunto de Estado iba a dañar gravemente su imagen como ciudadano y como político, lo que a su vez reduciría sus posibilidades de ganar las elecciones.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Quiso provocar deliberadamente el agnóstico Zapatero una radicalización de las posiciones de los dos partidos mayoritarios para forzar la movilización general de la izquierda y así hacerse con la victoria?
¿Ha confesado el falaz y mendaz Zapatero bajo presión-chantaje del tipo: o cantas tú ahora o cantamos nosotros cuando y donde más te duela?
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