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La industria de Pájaro bobo

De la gauche divine al Partido de los Ciudadanos pasando por Bocaccio (II)


El hombre desnudo y el mimo enmascarado

Nombres aparte, esa misma izquierda reapareció años más tarde, cuando Pujol ben Gurión, secundado por la burguesía de Barcelona y sus conrades —desde monjes y feligreses montserratinos hasta vallesanos urdidores de la lana y el algodón, pasando por filisteos orgánicos en la línea de un Bartasal Porcel—, decidió implantar su «dictadura dels botigers» en la muy europeizada y europeizante Cataluña. Pronto, miembros destacados de la vieja/nueva izquierda, todos ellos librepensadores agnósticos y en su mayoría hispanopensantes e hispanoescribientes, se sintieron preteridos y pusieron el grito en las nubes. Reunidos en tertulias, asambleas y aquelarres a finis, decidieron, primero, crear un partido político y, después, apoyar a alguno ya existente, siempre que fuera realmente antisistema, antiburgués y antibotiger, pero sobre todo siempre que defendiera sus derechos y, muy concretamente, la libertad intelectual. Como el destino había previsto que en Cataluña ya existiera un partido, aún en fase embrionaria, susceptible de responder a esas premisas, los intelectuales contrarios al establishment conocido en estas tierras como el rovell de l'ou, optaron finalmente por la táctica del cangrejo ermitaño: se instalaron olímpicamente en él y lo presentaron en público con todos los honores que merecía el acontecimiento. Para ello eligieron, como token y símbolo, la figura de un muchacho en estado de naturaleza con proporciones físicas más proximas al paradigma de Durero o Leonardo que al de Miguel Ángel. Estamos hablando del joven y muy democrático Partido de los Ciudadanos y su lanzamiento de acuerdo con lo que Pájaro bobo ha bautizado con el seudónimo, ni infame ni infamante, de Happening Boadella.

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