Pensando en Álvaro, en Santiago y en Píndaro, siempre con Margarita
Desde hace años, Pájaro bobo viene informando (en realidad, machacando) con sus visiones y sus previsiones de España a Álvaro, poeta placentino, a Santiago, granjero de la granja, y a Píndaro, profesor de lenguas clásicas. Para él, dar cuenta de lo que ve y prevé es casi una necesidad, pues sus demonios no le dejan ni vivir ni dormir; para ellos, oírle y escucharle, cabe imaginar, un suplicio y, a veces, una bendición. En cualquier caso, ellos son, a título vitalicio, amigos y albaceas.
Si ellos le preguntan «¿y tú cómo lo sabes?», él contesta indefectiblemente «y vosotros por qué no lo véis?»
La única persona que no se sorprende de las intuiciones, adivinaciones y ensumaciones[1] de Pájaro bobo es Margarita, que lleva treinta y séis años a su lado, con todos sus días y todas sus noches, salvo algún pecadillo sin mala fe. Ella sabe lo que Pájaro bobo piensa y siente ahora, lo que pensará y sentirá mañana y lo que pensará y sentirá dentro de cien años. Sí, dentro de cien años, pues muchas de sus ideas, dice Margarita, pasarán a la historia. Y, de hecho, algunas ya forman parte del magma que flota en los medios de comunicación tangibles e intangibles.
[1] Ensumación viene de ensumar; en catalán, oler. Es palabra exclusiva del idiolecto de Pájaro bobo.
Promesa
Pájaro bobo promete que, tan pronto como le venga la vena, explicará y expondrá en esta página, que es su industria virtual, y, por lo tanto, libre y clandestina, la «teoría del desvalijador de cajas de caudales» que concibió hace tiempo pensando en su legado a la poste.
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