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La industria de Pájaro bobo

En opinión de Margarita


La democracia en cuanto orden social empieza y termina con la lengua

En opinión de Margarita, lectora agradecida de los papeles de Pájaro bobo, éste está contribuyendo a mejorar y ampliar los usos democráticos de los hispanohablantes e hispanolegentes en cuanto que en su página rehúye deliberadamente las afirmaciones categóricas y se limita a exponer opiniones, opiniones que, a decir verdad, luego defiende con tanta entrega como lealtad. Al menos, eso cree y eso pretende. Pájaro bobo entiende que ser racionalmente demócrata consiste en respetar la ley, en este caso la Constitución, en primera persona y permitir que los demás hagan y digan lo que les venga en gana, remitiendo todos los comportamiento, el suyo y los ajenos, a esa misma ley. A tal fin él considera imprescindible que se dejen a un lado las afirmaciones categóricas y las descalificaciones y se adopten formas que expresen opiniones y puntos de vistas personales, y que unas y otros estén siempre condicionados y sean sometidos siempre a criterios colectivos y principios objetivos. No parece correcto que alguien diga, por ejemplo: «Señor Rajoy, repita conmigo...». «No venga usted a darnos lecciones». «Eso no toca», «El PP no debe buscar elementos...». «Gallardón tiene que utilizar todas sus probadas dotes de comunicador...». A juicio de Pájaro bobo, esas expresiones y todas las de su estilo están reñidas no sólo con el espíritu de la democracia sino incluso y sobre todo con la racionalidad que debe presidir la convivencia humana. En cualquier caso, él entiende que las opiniones son irrefutables y/o irrebatibles en cuanto que, formuladas como opiniones, no tienen carácter ni dogmático ni impositivo.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es posible que haya democracia en una sociedad que ignora las formas de expresión democráticas?

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