El PSC: la jaula vacía
A Laura Freixas, enemiga de los energúmenos
De acuerdo con el organigrama y el carné de ruta de las fuerzas participantes en la Gran Conjura, el PSC debía ser a un mismo tiempo el principal eslabón lateral del frente monocatalanista y la jaula en la que se alojara/hacinara —provisionalmente— la charnegada analfabeta e izquierdosa de los suburbios barceloneses. Y, de hecho, bajo el mando de domadores como Obiols, Serra, Lluch y Maragall, la charnegada actuó primero como fuerza de choque en las huelgas y manifestaciones callejeras contra el franquismo y, después, como fuerza activa del catalanismo militante y riquísimo vivero de votos. Para ello los domadores contaron con kapos y subalternos tan serviles y de tan poca talla humana, intelectual y política como los Bustos, los Corbachos y los Montillas, que actuaban de enlaces, de una parte, con las masas obreras, más o menos politizadas, del Bajo Llobregat y, de otra, con las Casas Regionales y sus inocuos representantes. El hombre encargado de dirigir y supervisar esa labor era un tal Sala, adscrito, como todos sus colegas pseudosocialistas, al catalanismo burgués e independentista. Con el paso del tiempo, algunos miembros del colectivo charnego pertenecientes en su mayoría al ámbito de la enseñanza descubrieron el juego maragalliano y crearon focos de disidencia y corrientes de opinión que luego cristalizarían en entidades como la Cervantina, Asociación por la Tolerancia y Profesores por el bilingüismo. Estas y otras decenas de entidades, perseguidas a golpes de porra, amenazas, exclusiones y pintadas por el brazo armado del catalanismo institucionalizado, recibieron a Vidal-Quadras como su salvador: él debía liberar de la dictadura catalanista a la comunidad de lengua española. Y de hecho, el vidal-quadrismo fue, más que un partido, un movimiento ciudadano de corte transversal concebido específicamente y sin exclusiones para la comunidad de lengua española de Cataluña. Tras la defenestración de Vidal-Quadras y la entrega del PPC a Josep Piqué con el encargo de que liquidara el partido y regalara sus restos a Convergencia (a cuenta de inventario), surgió el prometedor Partido de los Ciudadanos. Formado por miembros del PSC y el PPC en una proporción aproximada del ochenta y el veinte por ciento, el nuevo partido recoge el legado de Vidal-Quadras y es también, más que partido, un movimiento ciudadano. Sus miembros, en edades que giran en torno a los treinta años, cuentan con una formación intelectual y, en consecuencia, con una concienca cívica y política muy superior a la media de los demás partidos de toda España. En las próximas elecciones tendrá lugar su presentación en la escena nacional. Entonces veremos cómo aguanta el PSC, en lo que tiene de fraude político delictivo y por lo tanto inadmisible, el embate de Rosa Díez y el Partido de los Ciudadanos, reforzado casualmente por la venganza-traición de Zapatero a sus subalternos amontillados. En cualquier caso, a juicio de Pájaro bobo el fraude debe saltar por los aires y quedar como lo que es: PSC, Partido de Separatistas Catalanes.
Cinco preguntas ingenuas e intempestivas
¿Sabe Laura Freixas que la comunidad de lengua española de Cataluña cuenta con más de cuatro millones de miembros, muchos de ellos energúmenos, y equivale a algo así como el cincuenta y dos por ciento de toda su población?
¿Sabe Laura Freixas que esa comunidad de más de cuatro millones de personas, equivalente al cincuenta y dos por ciento de la población total de Cataluña, no tiene representación propia en ninguna de las instituciones públicas de Cataluña?
¿Sabe Laura Freixas que ese hecho determina un estado de opresión propio de una dictadura?
¿Sabe Laura Freixas que ella forma parte, consciente y deliberadamente, de la máquina opresora que sustenta esa dictadura?
¿Sabe Laura Freixas qué fin espera a todas las dictaduras?
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