La Barcelona de Jiménez Losantos: años setenta

Laura Freixas: reseña de una reseña

He empezado a leer el libro de Federico Jiménez Losantos. Estoy en las primeras páginas y las primeras estampas. Aun así, percibo que tiene ritmo y sobre todo vibración. A punto de caer en el caos con cada punto y aparte, el libro abunda en logros que son otros tantos alardes de ingenio, sin que falten, claro está, las chapucillas, tanto más disculpables y comprensibles cuanto que se trata de un texto tenso, intenso y extenso, pero sobre todo rico y a menudo exuberante. En él, y en el mundo de la Barcelona asomada al mar de la Sargantana en los años setenta, el joven libertario se mueve con soltura y exhibe su dominio de los medios: el medio escrito y el medio ambiente. Seguiremos informando.
En su reseña de La Vanguardia de hoy, miércoles, Laura Freixas, becaria-beneficiaria del establishment catalanista conocido con el nombre del rovell de l'ou, define a Jiménez Losantos como anticalanista furibundo para terminar con estas letras: «Que de esta actitud perfectamente legítima, razonable y razonada, su autor haya pasado a convertirse en el energúmeno radiofónico que todas las mañanas, jaleado por obispos y taxistas, se dedica a sembrar cizaña entre los españoles, hasta ahuyentar a quienes podrían compartir sus ideas...» En su comentario la subsodicha destila ese veneno sutil y eficacísimo que nace de la falsedad y la perfidia púnicas. Quienes han implantado en Cataluña una dictadura antiespañola llaman «antiacalanista furibundo» y «energúmeno» a alguien que, como tantos otros, fue su víctima. Laura Freixas, eres una miserable. Te lo digo yo, Ramón Ibero, antiseparatista furibundo y víctima orgullosa de vuestra dictadura.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿se puede esperar que un separatista catalán renuncie a la intriga y la traición y, aunque sea sólo por una vez, diga lealmente, sí, lealmente, lo que piensa y siente? Mientras tanto,

Tú, Laura Freixas, mientes,
los españoles sabemos que mientes,
tú, Laura Freixas, sabes que nosotros sabemos que mientes
y, aun así, tú, Laura Freixas, mientes.