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La industria de Pájaro bobo

Bono, reemplazado, desplazado y emplazado

A estas alturas es fácil ver que al comediante José Bono le salió mal el númerito de la dimisión. Su jefe y superior no fue a buscarle con lágrimas en los ojos; sus partidarios no pidieron/exigieron su vuelta inmediata con todos los honores. Desde entonces, el mancheguito ha estado merodeando/husmeando en torno a las instancias de poder político a la espera, búsqueda y/o captura de una propuesta enjundiosa o de un cargo de lo que sea y como sea pero con mando, sueldo y representación. Pájaro bobo se inclina a pensar que Zapatero le tenía reservado el de presidente del Congreso, que le está como a san Francisco de Asís un par de trabucos en las manos y con las manos en alto a la manera de Pancho Villa. Eran tan grandes los deseos del subalterno y tan vivas sus ansias de servir a España y los españoles que ha mordido cebo y anzuelo antes de que uno y otro se sumergieran en el agua. A Pájaro bobo le cuesta trabajo imaginar a José Bono en un cargo institucional que exige, entre otras cosas, rigor, seriedad y compostura y no le da margen para escenificar sus arengas pseudopatrióticas y demagógicas. Sinceramente, no le parece que ése sea, ni mucho menos, un destino correjto para él..
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿lo ha hecho deliberadamente Zapatero para provocar el descredito de su compañero, correligionario, rival y enemigo personal y deshacerse de él por una temporada cuando no para siempre?

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