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La industria de Pájaro bobo

¿Dónde está España?

Una historia universal sin España; una política europea sin España

Pájaro bobo compra, lee y escruta cada martes el semanario alemán Der Spiegel en busca de noticias sobre España. A decir verdad, no son ni abundantes ni extensas. Cuatro zarandajas en forma de otros tantos lugares comunes. La última noticia se refería a la ley de la Memoria histórica. La penúltima: Zapatero se opone a que Aznar sea nombrado presidente del Consejo Europeo para el período que empieza el uno de enero de 2009. España sigue siendo una zona marginal. La política se cuece en el espacio geográfico que se extiende al otro lado de los Pirineos. «Los líderes europeos —dice hoy La Vanguardia separatista— diseñan un plan anticrisis sin España». Pájaro bobo ha leído historias de Europa en las que el nombre de España aparecía sólo tangencialmente en los siglos XVI y XVII. Nuestro Carlos V era un Habsgsburgo que vivió y combatió en Europa y decidió ir a morir a un rincón de España. El nombre de España no aparecía ni en el descubrimiento ni en la conquista de América. El descubrimiento fue obra de un navegante de origen genovés o veneciano y no hubo conquista. Simplemente, en los siglos XVII y XVIII los ingleses se instalaron en la costa atlántica, concretamente en lo que después se llamaría Nueva Inglaterra, y los franceses en la península de Labrador y en la desembocadura del río Mississippi. Y hoy en el siglo XXI, cuando se pregona que España ha pasado a ser una de las diez primeras potencias económicas del mundo, la política europea se cuece sin la presencia y sin la intervención de España.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es posible que España sea una de las primeras potencias económicas de Europa y no intervenga para nada en el diseño de la política de nuestro continente?

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