Fidelización, blindaje, chantaje y culebrón
Fidelización. Palabra de moda y práctica habitual en las empresas de servicios new Age. En realidad se trata de atenazar al cliente de manera que no pueda escapar y quede vinculado a una determinada empresa, a ser posible de por vida. Para ello los expertos del ramo han desarrollado toda una panoplia de recursos legales, menos legales y abiertamete ilegales que en muchos casos ponen al cliente fidelizado en una situación de impotencia o indefensión jurídica. Es evidente que en ese sector hay lagunas legales que las empresas manipulan en beneficio propio. Ejemplos.
Pájaro bobo tiene dos tarjetas de crédito: tarjeta A y tarjeta B. Decidido a dar de baja la tarjeta A, escribe a la entidad bancaria que se la proporcionó. Respuesta: «Tiene que saldar usted la cuenta y notificarnos su decisión mediante carta certificada». Pájaro bobo cumple religiosamente el mandamiento y respira tranquilo. Pero sólo por algún tiempo. Al cabo de unos seis meses le llega un recibo-factura por importe de 26 euros por los conceptos de uso de la tarjeta y demora en el pago. Va al banco y allí le dicen entre risitas de complicidad: «No haga caso, lo hacen siempre para ver si cuela». Al mes siguiente le llega un nuevo recibo-factura con el importe incrementado en concepto de la nueva demora. Pájaro bobo es un moroso. En el banco vuelven a decirle que no haga caso. Él sigue su consejo, hasta que el recibo-factura rebasa los cien euros. Entonces escribe al Banco de España y se lo comunica a la entidad bancaria expendedora de la tarjeta. Ahora ésta sí da señales de vida. En una carta muy historiada la entidad le comunica que toma nota de la reclamación y la someterá a estudio, en el bien entendido que, si el cliente no recibe contestación del banco en el plazo de dos meses, queda facultado para emprender las acciones legales que considere pertinentes. Pájaro bobo no recibe notificación alguna ni en el plazo de dos meses ni en el plazo de dos años, y tampoco emprende acciones legales.
Cuando Pájaro bobo decide dar de baja la tarjeta B se dirige igualmente a la entidad bancaria que se la proporcionó. Respuesta: idéntica a la primera. Pájaro bobo paga y escribe. ¿Solucionado? No. A partir de un momento empiezan a llegarle recibos mensuales por importe de 25 euros, siempre 25 euros. «No haga usted caso, lo hacen habitualmente, ya se aburrirán». No obstante, Pájaro bobo llama por teléfono a la entidad bancaria que le entregó la tarjeta. «Efectivamente usted ha pagado y ha saldado la cuenta. Ahora le falta pagar la apertura del crédito». Pájaro bobo está a punto de montar en cólera. «¿De qué crédito me habla usted?». «Le repito a usted que le falta pagar la apertura del crédito». Pájaro bobo: «Si usted considera que le debo algo debe extenderme una factura haciendo constar el importe y el concepto, y hasta ahora todo lo que he recibido de ustedes son recibos-facturas por uso de la tarjeta y demora en el pago, siendo así que yo no tengo ninguna tarjeta de esa entidad desde hace meses. Escribiré al Banco de España exponiendo el caso». No fue necesario. También aquí la entidad bancaria dio la callada por respuesta, pero el hecho es que, finalmente, Pájaro bobo consiguió liberarse de sus tarjetas. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Moraleja: si no quieres figurar en la lista de morosos sin enterarte, ten cuidado con tus tarjetas.
Pájaro bobo tiene dos tarjetas de crédito: tarjeta A y tarjeta B. Decidido a dar de baja la tarjeta A, escribe a la entidad bancaria que se la proporcionó. Respuesta: «Tiene que saldar usted la cuenta y notificarnos su decisión mediante carta certificada». Pájaro bobo cumple religiosamente el mandamiento y respira tranquilo. Pero sólo por algún tiempo. Al cabo de unos seis meses le llega un recibo-factura por importe de 26 euros por los conceptos de uso de la tarjeta y demora en el pago. Va al banco y allí le dicen entre risitas de complicidad: «No haga caso, lo hacen siempre para ver si cuela». Al mes siguiente le llega un nuevo recibo-factura con el importe incrementado en concepto de la nueva demora. Pájaro bobo es un moroso. En el banco vuelven a decirle que no haga caso. Él sigue su consejo, hasta que el recibo-factura rebasa los cien euros. Entonces escribe al Banco de España y se lo comunica a la entidad bancaria expendedora de la tarjeta. Ahora ésta sí da señales de vida. En una carta muy historiada la entidad le comunica que toma nota de la reclamación y la someterá a estudio, en el bien entendido que, si el cliente no recibe contestación del banco en el plazo de dos meses, queda facultado para emprender las acciones legales que considere pertinentes. Pájaro bobo no recibe notificación alguna ni en el plazo de dos meses ni en el plazo de dos años, y tampoco emprende acciones legales.
Cuando Pájaro bobo decide dar de baja la tarjeta B se dirige igualmente a la entidad bancaria que se la proporcionó. Respuesta: idéntica a la primera. Pájaro bobo paga y escribe. ¿Solucionado? No. A partir de un momento empiezan a llegarle recibos mensuales por importe de 25 euros, siempre 25 euros. «No haga usted caso, lo hacen habitualmente, ya se aburrirán». No obstante, Pájaro bobo llama por teléfono a la entidad bancaria que le entregó la tarjeta. «Efectivamente usted ha pagado y ha saldado la cuenta. Ahora le falta pagar la apertura del crédito». Pájaro bobo está a punto de montar en cólera. «¿De qué crédito me habla usted?». «Le repito a usted que le falta pagar la apertura del crédito». Pájaro bobo: «Si usted considera que le debo algo debe extenderme una factura haciendo constar el importe y el concepto, y hasta ahora todo lo que he recibido de ustedes son recibos-facturas por uso de la tarjeta y demora en el pago, siendo así que yo no tengo ninguna tarjeta de esa entidad desde hace meses. Escribiré al Banco de España exponiendo el caso». No fue necesario. También aquí la entidad bancaria dio la callada por respuesta, pero el hecho es que, finalmente, Pájaro bobo consiguió liberarse de sus tarjetas. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Moraleja: si no quieres figurar en la lista de morosos sin enterarte, ten cuidado con tus tarjetas.
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