Sobre la traducción: con eco y sin Eco
¿Y si ya pensar es traducir?
Pájaro bobo considera que en los ámbitos humano y de lo humano hay —de momento y/o por ahora— dos tipos de traducción: traducción vertical y traducción horizontal.
En la traducción vertical se sustituyen, se cambian o se intercambian ideas y bloques de ideas por palabras y bloques de palabras; hablar es traducir y, posiblemente, ya pensar es traducir. En la traducción horizontal se sustituyen, se cambian o se intercambian palabras y bloques de palabras pertenecientes a una lengua por palabras y bloques de palabras pertenecientes a otra lengua. Podemos pensar que la primera operación —identificar y seleccionar ideas— responde a un esquema paradigmático, mientras que la segunda operación —eslabonar palabras—es claramente una actividad sintagmática con espacio y tiempo siempre propios y siempre únicos. En definitiva, la traducción consiste esencialmente en desencriptar y reencriptar mensajes humanos para humanos. Esa es su función epistemológica, lingüística y semiótico-comunicativa. A los ojos de Pájaro bobo, ahí el fractal debe buscarse y situarse en el mensaje, no en la palabra; el mensaje es contenido, esencia; la palabra es en este caso soporte o formato y, por lo tanto, accidente.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
Tenemos derecho a pensar que, efectivamente, un día «el Verbo se hizo carne», pero si antes que palabra el Verbo fue Idea, la Idea, ¿qué será de él cuando la carne deje de ser carne?
¿Y qué será de la lengua como traducción cuando toda realidad fáctica tenga su correspondiente realidad virtual y no haya posibilidad/necesidad ni de hablar ni de traducir, acaso ni siquiera de pensar?
Observación
Umberto Eco afirma que traducir consiste en «decir lo mismo en otra lengua». A los ojos de Pájaro bobo traducir consiste en transmitir un mensaje, haciéndolo pasar de un código P a un código Ll y siempre que el mensaje emitido-transmitido-recibido tenga un valor equiparable, en términos de contenido y a efectos de comunicación, en origen y en destino. De acuerdo con la teoría de la comunicación, en la práctica la traducción supone (¿necesariamente?) una operación inductivo-deductiva de decodificación-recodificación, aunque, en cuanto resultado final, aparezca escuetamente como una recodificación, y sólo cuando se hace constar o se sabe que es una traducción.
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