Cataluña como prenda y penyora
¿De qué gente me hablas?
Vidal-Quadras, lúcido y leal, sabe o debería saber que la Cataluña real, la Cataluña de las dos comunidades sociolingüísticas, está aherrojada por una burguesía erigida en clase dominante y, por eso mismo, sustentadora de una supraideología con vocación totalitaria e incluso dictatorial llamada nacionalismo. La burguesía es una capa o un estrato social de carácter endogámico y evolución/involución circular, mientras que el nacionalismo es un movimiento abierto y expansivo que actúa de abajo arriba y de arriba abajo. La burguesía se viste de nacionalista, y de lo que haga falta y convenga, con tal de conservar los privilegios inherentes a su condición de clase dominante.
Los intelectuales españoles aún no han acertado a ver, comprender y aceptar que el llamado nacionalismo catalán es esencialmente, y acaso en mayor medida que cualquier otro, un movimiento burgués, rabiosamente burgués. No sólo privilegia a la comunidad de lengua catalana, sobre la que se proyecta como cerebro de una pretendida nación, sino que además domeña a la comunidad de lengua española y la utiliza como catapulta contra el conjunto de España y las instituciones estatales. Miserable, miserable.
Si se quiere acabar con esa situación y establecer en esta región española un orden social que, siendo mínimamente justo, responda a la existencia de sus dos comunidades sociolingüísticas, numéricamente equiparables, es necesario despojar a esa burguesía de sus privilegios y, muy concretamente, de su poder, empezando y terminando, claro está, por el poder económico.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿hay en España un hombre con sentido de estado capaz de abatir y desarmar a esa burguesía en su propio terreno y con sus propias armas?
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