Sentencia del 11-M
Hecho y realidad: inducción y deducción
A juicio de Pájaro bobo, la matanza del 11 de marzo de 2004 ha sido abordada y resuelta por la justicia de acuerdo con un método inductivo: hechos concretos, personas concretas, acusaciones concretas, pruebas concretas, delitos concretos, penas concretas. Por consiguiente, en este caso se ha prescindido taxativamente de los apriorismos propios, por vía maximalista, del planteamiento deductivo que aquí tendría su expresión cabal en la teoría de la conspiración. En esencia, el método inductivo es minimalista y reduccionista. Al tribunal le incumbe emitir sentencia sobre lo que se le presenta y tiene delante de los ojos. Todo lo demás, exista o no exista, sea o no sea delito, no es de su incumbencia. Pájaro bobo, sin formación de jurista, se atreve a opinar, no obstante, que enfoque y procedimiento son legítimos y correctos, pues permiten delimitar espacios y hacer aportaciones válidas y positivas a la Justicia y el Derecho. Pero el método inductivo tiene sus limitaciones. Hay dimensiones de la realidad que no aparecen en su espectro. La historia, y en consecuencia todo relato situado en el tiempo y el espacio, es más que una yuxtaposición de hechos. Incluso más que una suma. Otro tanto puede decirse, pero con mucha más razón, del conocimiento humano, resultado de un proceso acumulativo sumamente complejo. El método deductivo, hoy un tanto desacreditado en los dominios de la teoría del conocimiento y las disciplinas beneficiarias de él, es históricamente el de las cosmovisiones y los grandes sistemas filosóficos. Pero también en el ámbito de la Justicia y el Derecho resulta imprescindible cuando se quiere averiguar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad como deconstrucción-construcción-reconstrucción de la realidad. Por eso y por otras razones, a los ojos de Pájaro bobo inducción y deducción no son dos métodos de razonamiento diferenciados sino uno sólo, un método con dos partes que en la práctica puede presentarse como inductivo-deductivo o como deductivo-inductivo. Se lo enseñó Popper gracias a sus principios de verificabilidad y falsabilidad.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuántos procesos y cuántas sentencias serían necesarios para recomponer el mapa íntegro del 11-M y conocer la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
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