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La industria de Pájaro bobo

Juego a tres bandas o a cinco bandas

¿Camino de la atomización o de la integración?

Desde antes de la Transición=transacción, el Partido Socialista Obrero Español tuvo siempre, en su costado levantino, un aliado desleal, ventajista y oportunista llamado inicuamente Partido de los Socialistas de Cataluña. Como Pájaro bobo ha explicado muchas veces, este partido, engrosado con gentes llegadas de la España más honda y más profunda, formaba y forma parte del frente catalanoseparatista, y ahí sigue para vergüenza de estafadores y estafados. Más tarde, ese modelo ventajista-oportunista fue copiado y adoptado por los integrantes del llamado Partido Socialista de Euskadi. Pero allí no tardó en surgir una corriente netamente española contraria a todo tipo de concesiones a los etarras y sus aliados nacidas de la cobardía. La actitud de Redondo Terreros y Rosa Díez es un ejemplo de firmeza y lealtad en situaciones en las que está en juego la vida.
Con el tiempo, también en el seno del Partido de los falsos socialistas catalanes surgieron voces contrarias a su deriva por lo que tenía de fraude ideológico, traición a la inmensa mayoría de sus afiliados y sumisión a un proyecto desintegrador y burgués como fue siempre el propugnado con el nombre de nacionalismo. Sin embargo, esas voces tardaron en agruparse y sacar la cabeza para hacerse oír. Si lo hicieron fue porque, afortunadamente, en el Partido Popular de Cataluña se produjo un movimiento de rebeldía tan pronto como Josep Piqué se hizo cargo de la dirección. Su misión de nihilizar la identidad y la presencia de los populares en Cataluña e incorporar los restos del partido a Convergencia no pasó inadvertida a muchos de sus pocos miembros.(1) Esos muchos/pocos fueron los que en rigor crearon el Partido de los Ciudadanos. Así, las traiciones, las intrigas y las conjuras de los políticos de izquierda y derecha en las Vascongadas y en Cataluña dieron lugar a tres formaciones separadas en su origen pero convergentes y, en definitiva, unidas por una misma llamada y un mismo fin: la defensa de la Constitución y de la nación española.
A juicio de Pájaro bobo, lo lógico es que, de ahora en adelante, esas tres corrientes, purificadas de saboteadores, quintacolumnistas, oportunistas y agentes dobles, busquen un punto de encuentro y fusión para incrementar su presencia y su potencia. En definitiva, su tarea más noble debería consistir en liberar a los dos partidos nacionales de toda servidumbre a los grupúsculos separatistas de la periferia y consolidar tanto las mayorías naturales como una no menos natural y necesaria política de Estado.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo es posible que España, teniendo como tiene un régimen democrático, esté sometida a las exigencias de los separatistas, cuando todos ellos, juntos o separados, no llegan al diez por ciento de su población?
(1)
En síntesis, el proyecto de Josep Piqué respondía a este esquema: primero aniquilo el Partido Popular de Cataluña y después propongo la integración de sus restos en Convergencia como única manera digna y viable de asegurar la presencia española en Cataluña. Miserable, miserable.

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