Asesinato político en dos tiempos
Sit tibi terra levis
A medida que va recogiendo datos y recomponiendo el crimen con una perspectiva más amplia en el tiempo y el espacio, Pájaro bobo aprecia con creciente nitidez que el tal Josep Piqué abandonó la escena política cuando consideró que había realizado su faena —dejar al Partido Popular de Cataluña en estado de coma irreversible—, de modo que no fuera él sino un subalterno suyo, confabulado y anónimo, quien certificara la defunción —por causas naturales— y, acto seguido, procediera al entierro. De acuerdo con las previsiones de asesinos, cómplices y albaceas, los restos mortales del extinto deberán descansar por siempre y para siempre en un nicho de la familia Convergent, miembro destacado del Sanedrín catalán.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿debemos pensar que con la operación Piqué y la ocupación del último reducto español en Cataluña van a imponerse fatalmente el frente nacionalista y la dictadura monocatalanista o que, para bien de opresores y oprimidos, habrá llegado la hora del Partido de los Ciudadanos?
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