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La industria de Pájaro bobo

Maragall, Piqué, Carreras: tres hombres para una misma idea

En opinión de Pájaro bobo, la idea capital consiste en cerrar el frente monocatalanista e independentista de Cataluña, de modo que aquí, a casa nostra, todos los partidos estén debidamente homologados y catalanizados, y, a partir de ahí, la política la hagan ellos, sólo ellos, para ellos. Maragall, uno de los padres del invento, creó un partido que, formado en su inmensa mayoría por obreros españoles, no era ni obrero ni español ni socialista. Y, además, traficaba con sus votos —en realidad se los vendía— y engañaba al PSOE como aliado autonómico. Piqué recibió el encargo de hacer lo mismo, salvedades aparte, con el Partido Popular de Cataluña, o sea, con los funcionarios y pequeñoburgueses de su pequeña y débil formación. «Pan comido: abrimos la compuerta para que salgan los charnegos y entren las Nebreras y los Vendrells. Pujol ha dicho personalmente que está de acuerdo. El Sanedrín, también. Y ya es sabido que los de Madrid ni se enteran». Lo de Carreras no era muy distinto, pero tal vez sí un poco más complicado. El presunto Partido de los Ciudadanos, formado en su inmensa pequeña mayoría por disidentes, desencantats, de los Maragalls y los Piqués, tenía conciencia de lo que estaba en juego. Su primer éxito fue, a todas luces, su sentencia de muerte. El Sanedrín catalán decidió que había que reventarlo antes de que se desmadrara, cobrara fuerza y viniera un segundo Vidal-Quadras. Quien vino fue un catedrático de Derecho Constitucional, el Manso del Raval, con el encargo de reconducir las ideas y las aguas. Y en eso está. Miserable, miserable.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿conseguirá el Sanedrín catalán aniquilar todo movimiento de inspiración democrática que surja en estas tierras y además hacerlo en nombre de la democracia y del pueblo de Cataluña?

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