Los asesores del Presidente
Después de escuchar atentamente a Rodríguez Zapatero en su comparecencia televisiva, Pájaro bobo se pregunta qué clase de asesores tiene este pobre hombre que tantos errores y tanta obcecación acumula. Ni un intento de comprender al otro, de averiguar qué piensa, por qué piensa como piensa, por qué hace lo que hace y, en definitiva, por qué no le apoya. Ni un atisbo de duda. Uno se pregunta qué tiene Zapatero en la cabeza y, sobre todo, qué entiende por democracia.
Pájaro bobo siempre ha pensado que la izquierda era más sensible, más elástica, más permeable, más receptiva, en cierto sentido incluso más democrática. No en este caso. A sus ojos, Zapatero personifica la cerrazón en grado de ignorancia invencible. Si al menos se atuviera estricta y rigurosamente a la ley...
Zapatero tiene derecho a pedir e incluso a exigir lealtad a Rajoy, al PP y a todos los españoles en asuntos de Estado, pero siempre y cuando él sea leal a la ley, a la Constitución. Y todos, incluso él, sabemos que ni lo ha sido ni lo es. Si ahora pide ayuda es porque la necesita urgentemente. No quiere que los futuros crímenes de ETA recaigan exclusivamente sobre su cabeza. Eso no es lo que pensaba cuando inició —furtiva y deslealmente— las negociaciones con la banda de trabucaires. Lamentablemente sus últimas declaraciones públicas nos dicen que ni ha aprendido ni se propone rectificar. Son los otros los que deben cambiar, son los otros los que me han traicionado a mí, jefe del Gobierno de España, son los otros los que como ETA, «han vuelto a equivocarse». Zapatero necesita urgentemente cambiar de asesores.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿sabe Zapatero que la ignorancia invencible es un pecado contra el Espíritu Santo y que como tal no tiene perdón?
Pájaro bobo siempre ha pensado que la izquierda era más sensible, más elástica, más permeable, más receptiva, en cierto sentido incluso más democrática. No en este caso. A sus ojos, Zapatero personifica la cerrazón en grado de ignorancia invencible. Si al menos se atuviera estricta y rigurosamente a la ley...
Zapatero tiene derecho a pedir e incluso a exigir lealtad a Rajoy, al PP y a todos los españoles en asuntos de Estado, pero siempre y cuando él sea leal a la ley, a la Constitución. Y todos, incluso él, sabemos que ni lo ha sido ni lo es. Si ahora pide ayuda es porque la necesita urgentemente. No quiere que los futuros crímenes de ETA recaigan exclusivamente sobre su cabeza. Eso no es lo que pensaba cuando inició —furtiva y deslealmente— las negociaciones con la banda de trabucaires. Lamentablemente sus últimas declaraciones públicas nos dicen que ni ha aprendido ni se propone rectificar. Son los otros los que deben cambiar, son los otros los que me han traicionado a mí, jefe del Gobierno de España, son los otros los que como ETA, «han vuelto a equivocarse». Zapatero necesita urgentemente cambiar de asesores.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿sabe Zapatero que la ignorancia invencible es un pecado contra el Espíritu Santo y que como tal no tiene perdón?
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