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La industria de Pájaro bobo

Günter Grass, ecce homo

Pájaro bobo considera que, cerca de sus ochenta años de vida, Günter Grass está cómodamente instalado social e intelectualmente. En cierto sentido, las acusaciones no le afectan, pues son más bien reproches que se han hecho y, cada vez menos, se hacen prácticamente a todos los alemanes de su edad. Y también ellos a sí mismos, siempre con la misma respuesta: «Si claro, yo participé, pero a la fuerza, ¿quién no? Por lo tanto, las confesiones, ¿confesiones?, del escritor no tienen, a los ojos de Pájaro bobo, un valor especial. Son las de alguien que, amparado en el número entonces y ahora, asume una realidad propia pero distante sin angustia, sin congoja, sin sentimiento de culpa (Schuldgefühl). Las palabras de Günter Grass me hacen pensar que él no se siente realmente culpable o que esa culpa ni le quita el sueño ni se lo ha quitado durante esos más de sesenta años. Tambor de hojalata.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿no será cierto que la pérdida de la memoria histórica y personal es fruto, para bien y para mal, del instinto de supervivencia?

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