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La industria de Pájaro bobo

Intrigas y complicidades: política de la puta i la Ramoneta

Despojado de su cargo con mando en plaza por Zapatero, Pasqual Maragall se ha ido a Europa a recabar apoyo para su proyecto. Se vestirá/disfrazará de lo que quiera y pueda, pero lo suyo es y será siempre la independencia de Cataluña. En ese punto coincide plenamente con su pequeño rival y gran aliado Pujol ben Gurión. Por eso, nada más reponerse del soponcio que le produjo la «traición» de su jefe en el socialismo, no fuera del socialismo, Don Pasquale ha dicho lo único que, de momento, podía decir: hay que volver a la línea pujoliana. O sea, en lenguaje de Pájaro bobo, a la política de la puta i la Ramoneta, línea política hecha de dos componentes básicos: intriga permanente y victimismo cíclico o permanentemente reciclado.
Ahora, Pujol ben Gurión deberá tender una mano a su rival y aliado para que se recupere, para que recobre su lugar y su dignidad, para que, entre los dos, puedan recomponer el gobierno de los hijos y nietos de las cien familias al servicio de los catalanes de vena y mena. Hay que atajar la jugada del Zapatero traidor de una Generalidad charnega con personajillos como el Montilla y la Manuela de Madre, pues detrás de ellos vendrían subalternos como Bustos y Corbacho. Inconcebible, inadmisible, imperdonable. Pero es necesario cambiar de táctica. Lo que no deja se deja.
En opinión de Pájaro bobo, mientras tanto tal vez no estaría de más que tanto Pasqual Maragall como Pujol ben Gurión aprendieran que muy posiblemente ellos no son los más listos de la clase (política) y que su juego está tan visto como desacreditado. Ellos mismos lo han dicho: vamos contra el artículo dos de la Constitución; o sea, contra la unidad de España. Primera y última declaración de principios del separatismo catalán. Ése no es el salto cualitativo de que habla Enric Juliana, el topo del parque del buen Retiro, en su croniquilla de hoy, domingo, en La Vanguardia, pero debería tenerlo en cuenta.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Conseguirá Maragall burlar a sus perseguidores y romper el aislamiento en el que se encuentra?
¿Ha pasado la gran hora del independentismo catalán?

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