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La industria de Pájaro bobo

filosofías

Botelloteca: definición, acepciones y usos

De momento, la palabra botelloteca pertenece exclusivamente al idiolecto de Pájaro bobo, que la ha definido como «espacio, lugar o mueble en el que se guardan botellas llenas de líquido, en su mayoría bebidas espirituosas y/o refrescos, para su venta, expendición, ingesta, deglución o consumo».
Su inventor ha registrado como acepción de botelloteca esos recintos reales e imprecisos en los que antes, durante o después de un botellón se expenden bebidas embotelladas o enlatadas para su consumo inmediato in situ, con mención especial de bares, cafeterías y afines que disponen de una pequeña biblioteca-hemeroteca para uso de sus clientes mientras beben o comen.
Tenemos, pues, las siguientes variantes: botelloteca, botellón-botelloteca y biblioteca-hemeroteca-botelloteca.
Pajaro bobo entiende que, para ser real y, por lo tanto, democrático, el idioma debe adecuar/acomodar el eje vertical —jerárquico y paradigmático— al eje o plano horizontal —operativo y sintagmático—, como, dentro de ciertos límites, ocurre en otras parcelas de la actividad social del ser humano.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cabe esperar que un día la palabra botelloteca figure en los diccionarios del español real?

El eje Madrid-Berlín

Miguel ya está en Berlín y Ana sigue en los Madriles. Un paso más, el último o penúltimo, en el camino de su emancipación. Miguel ha ido a la capital de todas las Alemanias a hacer el trabajo de fin de carrera. Telecos. Después quiere dedicarse a lo suyo: tramar inventos e idear artefactos. Sin olvidar la música en la banda que ha formado con sus compis. No está mal para ser hijo de un trapero y alquimista, huérfano de guerra y proscrito de por vida.
Ana está contenta en la Villa y Corte del país vecino. A este paso, me la veo acumulando títulos académicos, tantos como el resto de la familia junto. Cada cuerdo con su cuerda.
Margarita y Pájaro bobo, siempre acompañados por Blacky, siguen ahí, en la Fenicia de Ponent; a tres tiros de piedra del malecón de la Barceloneta y, en consecuencia, a otros tantos del mar de la Sargantana. Las cosas les han ido bien y ahora viven con horaciana tranquilidad y burguesa dignidad. La edad amansa las pasiones.
Pájaro bobo está pensando dedicar la última estampa de su vida a su primera y acaso más auténtica vocación; la que dejó para dedicarse a cuidar de Margarita y sus hijos. Su amigo Píndaro dice que, después de leer tanto como tres o cuatro personas juntas y acumular los conocimientos de otras tantas, no estaría bien que renunciara a esa dimensión de su paso por la vida. Pájaro bobo no está del todo seguro, pues afirma que muchas de sus ideas y teorías ya están en la red y pueblan la logosfera. Acaso sea cierto que, en el momento de morir, uno es lo que ha pensado. Eso es posiblemente todo y lo único que queda cuando individuo e individualidad desaparecen.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿no debe estar agradecido Pájaro bobo a quienes le condenaron a muerte civil de por vida?

Personalidad

La personalidad puede entenderse como la coraza que sustenta al ser alienado y da forma a la alienación individual. De los místicos se dice que son transparentes; no tienen personalidad o, lo que es igual, coraza.

En la civilización occidental se considera positivo tener una fuerte personalidad. Eso significa que seguimos presos en nuestra coraza, que es tanto como decir en nuestro pecado original.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿hasta cuándo? 

 

Transcendencia

Pájaro bobo entiende que, para el ser humano, la transcendencia consiste en superar —¿por elevación?— la contingencia y la contingencia consiste en existir fuera de Dios, lo que a su vez determina un estado de alienación: ser y existir por separado, en uno mismo y con respecto a Dios.

Pájaro bobo cree que la alienación, en cuanto estado y experiencia vital, terminará con la apocatástasis o vuelta de todos los seres (¿de todo lo creado?) a Dios. Con la apocatástasis ser y existir serán uno y lo mismo (en rigor, Uno y El Mismo). Fin de la contingencia, fin de la alienación, fin de las individualidades.

En cualquier caso, Pájaro bobo se inclina a pensar y creer que, visto el panorama con ojos humanos, hay varios modos de transcendencia y, dentro de éstos, varios grados, de la misma manera que hay varios modos de espiritualidad y, dentro de éstos, varios grados.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es posible que lo que tiene un principio no tenga un fin?

Creer en Dios o no creer en Dios

En opinión de Pájaro bobo, si alguien cree en Dios es porque lo necesita para organizar su imaginario y su vida, y si alguien no cree en Dios es porque no lo necesita para organizar su imaginario y su vida. Se trata de dos maneras de ser y estar, y, por lo tanto, de dos universos mentales.

Pájaro bobo cree en Dios porque se lo reclaman su angustia y su sentido del bien. Y,  tal vez en no menor medida, por ser y saberse un animal agradecido.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿puede tener una visión transcendente del ser el que no cree en Dios?

¿Tautologías o aporías?

Sólo hay un azar: que exista lo que existe.
A partir de ahí, todo es inexorable porque todo está circunscrito.
Todo lo que existe tiene sentido;
lo único que no tiene sentido es que todo lo que existe tenga sentido.
El universo existe primero como posibilidad,
después como idea y por último como realidad.
Hay infinitos universos posibles, pero sólo existe un universo.
Lo que existe no puede proceder de lo que no existe.
Lo que existe sólo puede proceder de lo que existe.
Si algo existe es porque algo ha existido siempre.
Si existe algo es porque siempre ha existido algo.
La vida es esencialmente inteligencia.
La inteligencia es esencialmente individualidad.
La individualidad es esencialmente consciencia:
autoconsciencia y heteroconsciencia.
¿Se crea a sí misma la consciencia individual?
Al menos en el caso de Dios, así parece.
Entonces las preguntas son: ¿Cómo? ¿Por qué?
¿Es la idea del universo un universo de la idea?
¿Es el universo una idea de Dios o la Idea de Dios?

Idiolecto (II): la colonia de los tres superinos

Cuando Pájaro bobo se refugia en su espelunca, instintivamente echa mano de su idiolecto: palabras y expresiones con las que crea y recrea su mundo íntimo y más próximo. Él dice que el idiolecto es a la lengua lo que la lengua al lenguaje. Hablar es una facultad del género humano; el idiolecto, producto individual de esa facultad. Y sigue teorizando: de la misma manera que el lenguaje puede entenderse como la suma de todas las lenguas, una lengua puede entenderse como la suma de todos sus idiolectos. Hay tantos idiolectos como hablantes.

Yo hablo porque pienso, pero ¿puedo pensar sin palabras? Él dice que pensamos con conceptos y que los conceptos corresponden a palabras. Un concepto, una palabra; una palabra, un concepto. Al menos, en términos teóricos e ideales. Al menos, de momento. Acaso algún día...

Dado a esos juegos de la lengua (Sprachspiele) que cautivaban a Wittgenstein, Pájaro bobo dice que hay dos tipos de traducción: una vertical y otra horizontal. La traducción vertical —siempre y sólo de arriba abajo, siempre y sólo de lo metafísico a lo físico, siempre y sólo unidireccional— es aquella en la que una idea se transforma en palabra. La traducción horizontal, aquella en la que una palabra es sustituida por otra palabra. La traducción convencional es un intercambio de palabras pertenecientes a dos lenguas (o dos códigos) diferentes, pero situadas en un mismo plano y por lo tanto homólogas y paralelas; la traducción vertical es una transmutación. ¿Única? (Einmalig?) ¡EL VERBO SE HIZO CARNE!

A su modo de ver y entender, el misterio radica no tanto en cómo y por qué una idea consigue perforar la barrera de lo contingente e instalarse en una palabra y tomar cuerpo en ella cuanto en cómo y por qué la Idea primigenia consigue perforar la barrera de la nada y ser.

Cancamurrias y cabòries aparte, el idiolecto de Pájaro bobo está hecho, cómo no, de palabras de origen diverso; no pocas, propias y exclusivas. Las más queridas y también las más sustantivas y sustanciosas son las alumbradas entre las paredes de su universo familiar. Una de ellas es superino. Surgido al calor del contacto con los hijos, superino no figura en ningún vocabulario y en ningún diccionario; al menos, por ahora. En el hogar de Pájaro bobo se utiliza para designar una criatura que inspira cariño, ternura y/o compasión: un niño pequeño, un menesteroso, un animal desvalido... Como los tres gatitos a los que tiene por vecinos.

Delante de la ventana de Pájaro bobo hay una casa cubierta de hiedra. Parece detenida en el tiempo; por ejemplo, en los años cincuenta de ese siglo que ya es historia. A él le hace pensar en los edificios inhabitados de ciertas pinturas de De Chirico y, más concretamente, en la mansión que aparece en una película de Hitchcock. Misteriosa y decadente, con moradores que se dirían sendos fantasmas, la casa tiene a un lado un jardín y a otro un descampado. En él, cabe la puerta que da a la calle, se ha instalado una colonia de gatitos a los que un miembro de la santa y caritativa hermandad de los Menesterosos cuida y alimenta todos los días del año, incluidos domingos y fiestas de guardar. Un apat (del griego ágape) a primera hora de la mañana, un apat al mediodía, hora española, y un apat antes de irse a la cama, hora de las gallinas. Parece ser que el menesteroso, paso ligero de legionario y cara de feligrés jalamío, tiene a su cargo varias colonias.

Desde su atalaya, una ventana en una segunda planta, Pájaro bobo vigila que no les falte condumio a los tres gatitos. Son sus superinos.

Nota: Cuando Margarita regresa de la compra dice: «He visto a los superinos». Y cuando Ana llama desde los Madriles pregunta: «¿Como están los superinos?» El único que no quiere saber nada de ellos es nuestro caniche Blacky, que también es un superino.

«Yo soy el que soy»

Alguien dice en la TV: «Uno puede llegar a ser todo lo que sea capaz de ser». No está mal, al menos para los humanos. Sin embargo...

En la Biblia, Antiguo Testamento, se nos dice que Jehová dijo: «Yo soy el que soy».

Gracias, Margarita

Le ha traído los periódicos, le ha preparado el desayuno y, acompañada por Blacky, ha ido a ver a los superinos. Eso para empezar. Y así durante todo el día, todos los días, año tras año. Pájaro bobo tiene sentimiento de culpa. Menos mal que es animal agradecido. Gracias, Margarita, flor de una vida y de muchas más.

Gracias, menesteroso

Paso ligero y mirada al frente, el menesteroso ha comparecido esta mañana, una vez más. Mis superinos, que son suyos, le han recibido con alegría infantil, rabo en alto, una vez más. ¿Quién puede negar a Pájaro bobo su derecho/obligación de creer en la Providencia?

Gracias, maestro

Con el paso de los años, Pájaro bobo está convirtiéndose en alguien que camina sobre su cabeza. Y, aquí, quien dice camina dice vive. Gracias, maestro.

¿Morir con odio y rencor?

Pájaro bobo dice que le va a costar mucho perdonar a los que utilizaron a los ingenuos españoles —él entre ellos— para derribar una dictadura española y luego les impusieron una dictadura antiespañola. Naturalmente, se refiere a Cataluña, donde sobrevive.

La verdad es que no está dispuesto a morir con odio y rencor en el alma. Por eso prefiere no conocerlos.

Despedida sin despedida

Un día, hace ya muchos años, la señora Lucía le dijo a Pájaro bobo, que entonces aún no se llamaba Pájaro bobo pero ya era uno de sus cuatro superinos: «Las personas mayores debemos estar siempre limpias porque podemos morir en cualquier momento». ¿Filosofía de madre? Así interpretó él su mensaje y así lo ha conservado en su memoria/imaginario hasta el día de mañana.

Y como no le gustaría morir con odio y rencor en el alma, Pájaro bobo ha empezado a sacudirse la falsa mala conciencia que se empeñaron en infundirle quienes, después de promover su aislamiento social y acosar su entorno familiar, maquinaron criminalizarle a perpetuidad. No deja de ser curioso que el oprimido, que es quien —a fortiori!— cumple la ley, sea denunciado como delincuente por los opresores, que son quienes la transgreden impunemente ad libitum. Sí, ad libitum!

Mundanidades y miserias aparte, Pájaro bobo considera que, a la hora de morir, el opresor es infinitamente más digno de compasión que el oprimido. Precisamente por su apego al poder y a esa coraza del alma que se llama falsa buena conciencia. ¿O es que acaso van a ganar una vez más y para siempre los de siempre. Pájaro bobo blasfema: A partir de un estado de injusticia, la justicia empieza con un ajuste de cuentas.

Primera consideración o Betrachtung de Pajaro bobo ante mortem.

Dèries, obsesiones, Zwangsvorstellungen

Pájaro bobo posee varias dèries [obsesiones, Zwangsvorstellungen] o, más exactamente, es poseído por ellas. Una es la dèria del orden, orden racional e integral, orden cósmico. Como él vive, no convive, a la vora del mar de la Sargantana, más cerca que lejos del malecón de la Barceloneta, le ha resultado relativamente fácil procurarse o labrarse un entorno que, por ordenado, sea una prolongación de su cabeza.

Sí, claro, el orden racional es una mutilación (¿irracional?) del caos, que es lo primigenio, lo natural. Paciencia. Pájaro bobo trata de entenderlo y aceptarlo, como trata de entender y entiende que todo ser humano poseído por una idea es un loco a los ojos de los demás. En cualquier caso, su orden es transparente y por transparente una forma de sinceridad. Sinceridad y otras muchas cosas.

Aviso y aclaración

Pájaro bobo avisa y aclara que su blog es un registro de alumbramientos y al mismo tiempo procura tener en cuenta que todo alumbramiento es un proceso. El filósofo predica y enseña que el fin-finalidad de todos los procesos que han sido, son y serán es el alumbramiento del Espíritu Absoluto. Absolutamente de acuerdo. Pájaro bobo hace su parte: procesa y alumbra, alumbra y procesa.

Dos maneras de matar y una pregunta

Hace algunas décadas, el presentador de un programa de la Televisión germana planteó esta situación a los videntes/oyentes: dos personas están en el desierto; una de ellas guarda en su mochila condumio suficiente para vivir y sobrevivir, pero éste —un mendrugo de pan, unos cuantos dátiles y un poco de leche de camella en un cuenco— sólo alcanza para una persona durante un par de días ¿Tiene derecho el agraciado a intentar salvarse, acaparando el condumio, y dejar que su compañero muera?

El programa dio lugar a un debate a vida o muerte. En él intervinieron videntes y televidentes que se masturbaron el cacumen, quien más y quien menos, en busca de argumentos para sus teorías y teorías para sus argumentos. Al final se recabó la presencia de un rabino, que expuso su doctrina y formuló su dictamen en estos términos: el habiente tiene derecho a defender su supervivencia; en este caso, las consecuencias [ahora se diría probablemente los efectos colaterales] no son responsabilidad suya.

Pájaro bobo se pregunta y pregunta: en esa misma situación, ¿tiene derecho el no habiente a defender su vida y matar al habiente en aras de su supervivencia, en vez de resignarse a morir?

Opiniones versus realidades

Al igual que el pequeño y contrahecho chino de Königsberg y tantos seguidores suyos, Pájaro bobo entiende que la realidad como cosa en sí [Ding an sich] es intangible, inaprensible y en definitiva incognoscible por y para la mente humana, a la que —oh blasfemia— sirve, según él, en tanto que referente ideal. Y, toda vez que nuestro conocimiento es, por su misma naturtaleza, necesariamente subjetivo, Pájaro bobo considera que el ser humano hará bien en aprender a hablar a título personal y, consecuentemente, expresar sus ideas como una opinión, que es lo que son ¿No ha actuado el dogma como lecho de Procusto de nuestra religión a lo largo de los siglos? Afortunadamente, la ciencia no tiene dogmas. Desde la antigüedad clásica, infancia histórica y sólo histórica de nuestra civilización y nuestra cultura, sabemos que todo fluye. Be water, my friend.

¿Miente o no miente el rabino?

Finales del siglo XIX. El rabino Samuel va por una calle de Lodz, en la parte polaca de la Zona [the Pale of Settlement]. Se encuentra con su colega el rabino Moisés. Moisés pregunta a Samuel: «¿De dónde vienes?» Samuel contesta: «De Cracovia». Moisés le perfora la cabeza con una descarga de envenenados [vergiftete] dardos saduceos: «Dices que vienes de Cracovia y dices bien, pues efectivamente vienes de Cracovia, pero lo dices para engañarme». Samuel, ladino entre ladinos, sonríe y sigue su senda. No suelta prenda, pero...

Allá por los años cuarenta del siglo XX el catecismo del padre Ripalda, oh infancia de catecismo y padrenuestro, rezaba más o menos: "Mentir es decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar».

Pájaro bobo pregunta: ¿se miente o no se miente cuando se dice verdad con intención de engañar?

Él sostiene que, con independencia del contenido de una proposición, decir algo con intención de engañar a alguien es mentir o, al menos, equivale a mentir. ¿Está equivocado? Es posible, pero él procura no decir ni lo que no piensa ni lo que piensa con intención de engañar.

 

Idiolecto (I): ¿cebolla o capullo?

Como todo bicho viviente, pensante y hablante, Pájaro bobo tiene su idiolecto, un idiolecto formado, lógicamente, por conceptos y palabras de vario origen. Su núcleo duro y más sólido corresponde al español en cuanto lengua, cultura e incultura, con aportes de un dialecto extremeño que, tras recoger experiencias de la infancia y la vida en familia, se trunca bruscamente en los años cincuenta del siglo XX. A ese núcleo semántico-genético han ido sumándose en el curso de la existencia gemas del latín, el griego, el catalán, el inglés y, sobre todo, el alemán, amén de otras, no tan estructuradas pero igualmente válidas, del italiano y, en mucha menor medida, el francés. Pájaro bobo afirma que su idiolecto es dádiva del cielo y fruto de su [eterna] vida de emigrante [Oh, felix culpa!], nunca de apátrida. De hecho, como emigrante se procuró una formación intelectual que, por europea, en nuestros años cincuenta y sesenta estaba reservada rigurosamente a los hijos de las familias más pudientes, únicos que podían estudiar, y estudiaban, en el extranjero. Según él, la Ausbildung [formación intelectual] es siempre y necesariamente una Einbildung [imaginación]; o sea, tanto el fruto de una imaginación individual como el conjunto de un imaginario personal, pues, como nos enseña el ascético y atormentado «maestro» Ludwig Wittgenstein, «los límites de mi lengua son los límites de mi mundo [imaginado]». Pájaro bobo afirma que, al menos en su caso, el idiolecto —cebolla o capullo— es un thesaurus y ese thesaurus un tesoro.

 

Aclaraciones. 1) Wittgenstein utiliza la palabra Sprache, que significa lengua, no lenguaje. 2) Si aquí se le llama «maestro» es porque fue, entre otras muchas cosas, maestro de escuela. 3) El participio «imaginado», añadido a su conocida cita después de «mundo» con valor de referente cardinal, es obra de Pájaro bobo y, por lo tanto, también responsabilidad suya.

Próximo colgajo de la serie:

Idiolecto (II): La colonia de los tres superinos

Otra teoría del caos: lógica y logística

Desde hace años, Pájaro bobo viene predicando en su espelunca que —adaptaciones y relaciones aparte— la inteligencia consiste esencialmente en simplificar mental y empíricamente, en términos de racionalidad y economía, métodos y procedimientos entendidos como caminos de acceso a lo que queremos. Ya el padre Hegel escribió algo así como que la racionalidad consiste en obrar [más que en pensar] de acuerdo con un fin. En opinión de nuestro cavernícola eso significa, verbigracia, que, una vez situados ante un problema, debemos dar por válidas todas aquellas aportaciones y sólo aquellas que ayudan a resolverlo. Cultivar y potenciar las aportaciones convergentes e ignorar, no combatir, las aportaciones divergentes. Por lo común, combatir las aportaciones divergentes genera confusión, dispersión y distracción, lo que a su vez significa abrir nuevos frentes y agrandar el problema o crear otros nuevos (aporías y/o bucles sin fin). Alguien dijo: un problema bien planteado es un problema resuelto en el cincuenta por ciento.

De acuerdo con la teoría del caos ideada por Pájaro bobo, toda aportación que no reduce el caos lo aumenta y toda aportación que aumenta el caos dificulta su solución y su disolución. Hechas las debidas adecuaciones, el razonamiento es válido para cualquier problema y cualquier situación práctica no deseada. Sé convergente y serás positivo, my friend.